Esta mezcla de cine de tema sobrenatural y "thriller" psicológico, si bien es una adaptación de una novela del escritor Stephen King, al mismo tiempo obedece, y eso es muy interesante, a los intereses personales del director, porque resulta evidente que "La zona muerta" es una obra conectada con un título previo de Cronenberg como "Rabia" (Rabid, 1977), no sólo en cuanto a que en ambos casos los protagonistas salen como transformados de un grave accidente de tráfico, sino también en cuanto a la importancia de las clínicas y los doctores de éstas en el desarrollo de la narración: doctores que tratan de controlar y asesorar a sus pacientes, sin gran resultado.

No es una película perfecta, pues está como dividida en dos -la parte de Tom Skerritt y la parte de Martin Sheen son bastante independientes entre sí-, pero me gusta mucho, en buen modo por la magnética presencia y la interpretación del protagonista, un Christopher Walken que irradia un extraño carisma, y que dota a su desdichado personaje de un elegante halo de tragedia. Es un relato sobre consejeros y aconsejados -Walken es a la vez un personaje que aconseja y es aconsejado, pues se deja aconsejar por Herbert Lom y a su vez aconseja a sus alumnos, especialmente al hijo de Anthony Zerbe-, y, pese a la frialdad de los escenarios, de los ambientes y hasta de la dirección de Cronenberg, un relato optimista: el futuro no está escrito, y podemos cambiarlo si ponemos todas nuestras fuerzas en ello.