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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
9
5,8
641
Drama
El padre Miguel, un atractivo y tímido sacerdote de treinta y seis años, atraviesa una crisis de conciencia. Además, la continua presencia en su confesionario de Irene, una joven y bella mujer casada, a la vez piadosa y apasionada, va mermando su fe y sus convicciones religiosas. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tanto que es una de las escasas películas protagonizadas por el gran actor Simón Andreu, "El sacerdote" ya se singulariza bastante; en tanto que es un ataque lúcido, valiente y frontal contra determinadas realidades sociales e institucionales, especialmente la Iglesia afectada por el Concilio Vaticano II de los últimos años del franquismo -la acción se desarrolla de 1966 a 1967, o tal vez hasta un poco más tarde- se singulariza más aún; en tanto que es una visión realista, y a ratos tremendista, de la trayectoria de un sacerdote en crisis, es un film muy hermoso, y muy moderno.
"El sacerdote" es un revulsivo que dispara en varias direcciones, pero que mantiene una unidad de sentido muy clara, al centrarse en la angustiosa crisis personal del Padre Miguel (Simón Andreu, aquí en un impresionante "tour de force" interpretativo), para el que todos los feligreses de su parroquia, absolutamente todos, se convierten en una tentación, tal es su grado de represión sexual. En ese sentido, el guión va jugando con la capacidad de sorpresa del espectador: que la mujer interpretada por Esperanza Roy despierte el apetito sexual, se entiende en cierto modo, cabe dentro de una cierta tradición morbosa del cine sobre curas, pero...Luego serán los muslos desnudos de un niño, los que exciten al protagonista, y luego...tendrá alucinaciones y verá a una chica con un cuerpo perfecto y ligera de ropa retozando encima del altar, en uno de los momentos más locos y divertidos de la película. Hasta el erotismo de las vallas publicitarias será un motivo de angustiosa tentación.
Es curioso: cuanto más represión hay, cuantos más tabúes se (re)presentan, más presencia tienen la transgresión, el erotismo y el sexo. Es así como vienen también el castigo, la automutilación, y las escenas más sangrientas del film. El guión no se queda ahí, en el presente, e indaga en el pasado, haciéndonos ver que el protagonista se hizo cura muy joven, impulsado por su madre (Queta Claver), la cual veía en el sacerdocio una salida para su hijo, para escapar del hambre, de la pobreza de la posguerra, y del ambiente del pueblo. La película, sin duda, tiene una gran carga de veracidad en esos motivos por los que el protagonista se hizo sacerdote, como tantos otros.
"El sacerdote" es un film que demuestra que Eloy de la Iglesia, desde su ateísmo, y desde su peculiar sentido de la provocación, podía ser, y de hecho era, un gran cineasta.
"El sacerdote" es un revulsivo que dispara en varias direcciones, pero que mantiene una unidad de sentido muy clara, al centrarse en la angustiosa crisis personal del Padre Miguel (Simón Andreu, aquí en un impresionante "tour de force" interpretativo), para el que todos los feligreses de su parroquia, absolutamente todos, se convierten en una tentación, tal es su grado de represión sexual. En ese sentido, el guión va jugando con la capacidad de sorpresa del espectador: que la mujer interpretada por Esperanza Roy despierte el apetito sexual, se entiende en cierto modo, cabe dentro de una cierta tradición morbosa del cine sobre curas, pero...Luego serán los muslos desnudos de un niño, los que exciten al protagonista, y luego...tendrá alucinaciones y verá a una chica con un cuerpo perfecto y ligera de ropa retozando encima del altar, en uno de los momentos más locos y divertidos de la película. Hasta el erotismo de las vallas publicitarias será un motivo de angustiosa tentación.
Es curioso: cuanto más represión hay, cuantos más tabúes se (re)presentan, más presencia tienen la transgresión, el erotismo y el sexo. Es así como vienen también el castigo, la automutilación, y las escenas más sangrientas del film. El guión no se queda ahí, en el presente, e indaga en el pasado, haciéndonos ver que el protagonista se hizo cura muy joven, impulsado por su madre (Queta Claver), la cual veía en el sacerdocio una salida para su hijo, para escapar del hambre, de la pobreza de la posguerra, y del ambiente del pueblo. La película, sin duda, tiene una gran carga de veracidad en esos motivos por los que el protagonista se hizo sacerdote, como tantos otros.
"El sacerdote" es un film que demuestra que Eloy de la Iglesia, desde su ateísmo, y desde su peculiar sentido de la provocación, podía ser, y de hecho era, un gran cineasta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La carne y la fe se oponen, en una lucha en el interior del protagonista, y éste, a lo largo de esa lucha, acabará por perder la fe, y abandonará el sacerdocio. Precisamente por sus angustias, sus dudas y sus placeres ocultos, el personaje de Andreu es tremendamente humano y conmovedor. El atractivo físico de Simón Andreu da más fuerza aún a su personaje.
La película está llena de escenas impactantes: aparte de las ya comentadas -el plano de los muslos del niño no se podría insertar hoy en ninguna película española que no quisiera ser acusada de hacer apología de la pedofilia- está la experiencia sexual con la prostituta; o el recuerdo de cuando, en el pueblo, de pequeños, sus amigos tenían sexo con una oca (el bestialismo, tan presente en el medio rural español); o la secuencia, terrible, en la que Simón Andreu se corta el pene con unas tijeras de podar.
En este film, en el que De la Iglesia se acerca a Luis Buñuel -al Buñuel de "Simón del desierto" (1965)- en la visión irreverente de la Iglesia y de la religión cristiana, hay algo profundamente radical -de un radicalismo afín al espíritu de determinada corriente del cine español de esos años de la denominada "Transición a la democracia"- que no ha sido superado todavía.
La película está llena de escenas impactantes: aparte de las ya comentadas -el plano de los muslos del niño no se podría insertar hoy en ninguna película española que no quisiera ser acusada de hacer apología de la pedofilia- está la experiencia sexual con la prostituta; o el recuerdo de cuando, en el pueblo, de pequeños, sus amigos tenían sexo con una oca (el bestialismo, tan presente en el medio rural español); o la secuencia, terrible, en la que Simón Andreu se corta el pene con unas tijeras de podar.
En este film, en el que De la Iglesia se acerca a Luis Buñuel -al Buñuel de "Simón del desierto" (1965)- en la visión irreverente de la Iglesia y de la religión cristiana, hay algo profundamente radical -de un radicalismo afín al espíritu de determinada corriente del cine español de esos años de la denominada "Transición a la democracia"- que no ha sido superado todavía.