Este largometraje estadounidense, con importante participación italiana, y dirigido por el mismo director de "La fuga de Logan" (Logan´s Run, 1976), es entretenido, pese a los aspavientos de Richard Harris, y pese a que parece un film pensado para explotar y aprovechar el éxito de "Tiburón" (Jaws, 1975), de Steven Spielberg. Aquí, una orca macho se obsesiona con Richard Harris, después de que éste matara a la pareja de la orca, y la cría de ambos animales. A partir de ahí, se genera una persecución, una lucha a muerte entre el hombre y el cetáceo.

Detrás del odio de la orca, y de los remordimientos de Richard Harris, está el tema de la familia: si al personaje de Harris un conductor borracho mató a la esposa y al hijo, es Harris el que mata a la pareja y la cría del cetáceo. El guión se esfuerza en enlazar y relacionar al hombre y al animal en el sentimiento de tragedias personales. El mensaje ecologista y pro-animal surge así al mismo tiempo. Es decir, tanto los seres humanos como los animales (por lo menos, los animales más inteligentes) están hermanados, porque todos poseen su dignidad, sus sentimientos, y son capaces de lo mejor (y de lo peor también...).

Es una película conectada, o relacionada, con un título coetáneo tan curioso como "Asesino invisible" (The Car, 1977), de Elliot Silverstein; en ambos largometrajes, el asesino es inusitado, más bien increíble, y, además, tan inteligente como imparable.

Destaca la banda sonora de Ennio Morricone, bastante inspirada.