Si bien la combinación Quentin Tarantino como director y Uma Thurman como protagonista se presuponían como un binomio sólido y ganador sobre las expectativas de la película es un error no tener en cuenta otros factores no considerados.

El comienzo de la película al más puro estilo de Quentin contándonos una historia a su manera cargada de originalidad y maestría con una Uma Thurman muy sólida en su papel de vengadora vaticinaba una buena proyección en la que la venganza y como consecuencia la sangre y la muerte sería la conclusión final, pero con posterioridad toda estas consideraciones estallan en mil pedazos cuando los combates a muerte se convierten en escenas más propias de un videojuego en el que aunque la sangre y la muerte abundan, las escenas de realidad se encuentran totalmente ausentes con lo que resulta imposible entrar de lleno en la película y en su trama.