Lo admito, no tengo 15 años, no llevo minifalda y no me compro los discos de Andy y Lucas, pero, por favor, señores productores de Crepúsculo, deberían advertir a los potenciales espectadores que su película es como un capítulo doble de física y química ambientado en Washington y con vampiros de Bershka.
No se salva nada de la película, y, peor aún, si no has leido los libros se te quitan las ganas, porque no pasa absolutamente nada. Dos horas perdidas y siete euros tirados a la basura.
Lo mejor: sabida como es la primera, no nos engañarán para las siguientes.
Lo peor: los vampiros malos resultan más simpáticos que los protagonistas.
Menos mal que en España todavía quedan crucifijos en algunos colegios, porque así nos evitamos a tontos del haba como los de esta peli entre nuestra juventud.