Interpretaciones forzadas, diálogos surrealistas, situaciones mal resueltas, personajes deliberadamente macarras para configurar un pretendido suspense que no termina de cuajar. Un aburrimiento, una decepción y una pérdida de tiempo.

El personaje interpretado por Pedro Alonso, que en La Casa de Papel resultaba atractivo, aquí termina resultando cargante.

La planificación de las escenas de acción recuerda a las películas de los años 70. Si es un guiño paródico, me lo he debido perder.

Y las subtramas sentimentales de los protagonistas remiten a telenovela de segunda.

Una producción oportunista que desaprovecha todas las oportunidades que le brindaba la serie original.