En Breaking Bad todo tiene sentido, no hay nada al azar. El guion es un tablero de ajedrez donde todo termina irrevocablemente con la caída del rey.

La metáfora de situación es un recurso dificilísimo, que es algo así como mostrar en la acción lo que ocurre en el alma del personaje principal. Si yo fuera profesor de literatura, guion, o lo que fuera, ya estaría tomando buena nota del capítulo final… el jaque mate definitivo, la metáfora de situación perfecta.

A ver qué os parece. SPOILER A PARTIR DE AQUÍ.

Heisenberg es un hombre que vive preso, esclavizado por un psicópata políticamente correcto llamado Walter White, que mantiene vivo a su otro yo para satisfacer a una mujer que no le ama pero que le necesita para alimentar a su familia. Su peripecia es acabar con Walter White.

¿No es eso justo lo que pasa al final?

El duelo final de Mr. White con Jesse es el ajuste de cuentas definitivo de Heisenberg consigo mismo, con ese señor con sombrero que vino a rescatarle y que le dio una segunda oportunidad cuando estaba encerrado dentro de Walter White en una casa, prisionero, esclavizado e incapaz de tomar el control de su propia vida. Y también aquel que le hizo perder todo lo que él –o Walter White- más quería: su dinero y su familia.

Jesse es Heisenberg, y Todd es esa mitad oscura llamada Walter White a la que, por frustración con su yo cobarde, confió las riendas de su vida: su laboratorio, que luego pondría en manos de una mujer ingrata y mandona para que ésta se quedara con los beneficios.

Cuando Jesse ahorca a su alter ego oscuro, Heisenberg por fin mata a Walter White. Se acabó el antagonismo, Heisenberg es libre, se mira al espejo -esa última mirada entre Walter y Jesse- y se siente orgulloso de sí mismo, o del hijo que siempre quiso tener. La malvada mujer llama para controlar, pero ya no tiene ningún poder sobre ellos. Se acabó: Heisenberg es libre, rompe las cadenas de su prisión y emprende una nueva vida siendo por fin un hombre capaz de tomar sus propias decisiones.

Breaking Bad es la historia de un hombre que recupera los pantalones de su vida: Heisenberg, el azote de los calzonazos y de los pichaflojas. Esto no es un chiste: echad un vistazo al tremendo capitulo “Ozymandias” y comprobad vosotros mismos cómo Walter pasa por el desierto junto a los pantalones que perdió cuando empezó a cocinar. Hasta en eso pule sus guiones el señor Gilligan.

La grandeza de esta serie está en la profundidad de sus personajes y en los invisibles hilos de metanfetamina azul que conectan sus almas, a niveles tan profundos y a la vez imperceptibles como el reflejo de Heisengerg muriendo en su laboratorio, el lugar donde realmente se sintió... VIVO.