Ante la avalancha de comentarios entusiastas y el casi unánime beneplácito de la crítica me parece entender que el mensaje de la película era necesario para reflexiones de medio minuto. Me sorprende que a día de hoy la sociedad aún necesite esta droga en formato de moralina poco sutil.
Pero todavía me sorprende más que sus infumables características cinematográficas pasaran desapercibidas. El guión roza siempre la frontera del sentimentalismo y la vergüenza ajena, Javier Gutierrez hace lo que puede con su personaje, pero una de las peores bandas sonoras que ha dado el cine vuelve a subrayar las deficiencias de un guión absolutamente maniqueo. Los campeones del título regalan mucha naturalidad pero tampoco es suficiente para levantar la película y mucho menos para catalogarla de comedia. Y la dirección de Fesser es absolutamente plana, sin gracia, y muy alejada de las virguerías visuales de 'El milagro de P. Tinto', por poner un ejemplo.
Definitivamente la elección de esta película para representar a España en los Oscar es del todo ridícula.
Y seguiremos esperando a esa película que relate de forma digna la diversidad entre personas. 'Campeones' no lo es.