El film, dirigido por Vicente Amorim se centra en John Halder (Viggo Mortensen), un profesor de literatura, quien pese a mantenerse al margen de los acontecimientos políticos de su país (el ascenso del partido Nacional Socialista al poder), debido a una novela, el aparato del régimen encuentra en ella una justificación ideológica a su políticia de "limpieza étnica". Todo el film gira alrededor del personaje de Mortensen, el cual compone la típica imagen del intelectual, centrado en su trabajo y ajeno a la realidad social y política que le rodea, además de tener ciertas cargas familiares, lo que le hacen aún más retraído a los acontecimientos, mostrados a modo de telón de fondo muy sutil, en el que no necesita precisar mucho más ya que cuenta con que el espectador sabe lo que está pasando, mientras vemos en primer plano al profesor Halder.
El film se puede interpretar en un doble sentido. Por un lado, nos está contando cómo no todos los alemanes eran partidarios de Hitler, e incluso se mantuvieron al margen de los acontecimientos, adoptando una actitud más bien pasiva. El personaje de Anne, amante de Halder, y claramente simpatizante de los nazis, es un elemento que se puede interpretar en forma alegórica como la atracción que se siente por los que ocupan el poder, que le proporcionan el reconocimiento y el prestigio deseado, y que acaba provocando el distanciamiento con su amigo judio Maurie (Jasón Isaacs).
En otro sentido, el film se puede ver no tanto como una justificación de hechos pasados sino como un aviso para el presente, tal y como está el mundo post 11-S. El director parece buscar paralelismos con la situación actual, en la que la pasividad de la gran parte de la población permite a los gobernantes hacer y deshacer a su antojo sin que nadie les "estorbe", y nos avisa de los peligros de adoptar este tipo de postura.
El director mantiene en un plano íntimo que sigue al protagonista sumido en una burbuja creado por él mismo y con tendencia a evadirse de la realidad, cuando esta no le gusta. Amorim se sirve convenientemente de las elipsis, para narrar el recorrido del protagonista cuya blanda postura, le acaba llevando a las más altas instancias del poder nazi, y paradójicamente, sin estar de acuerdo con sus ideas, se acaba convirtiendo en una herramienta (ideológica) más del poderoso aparato del poder. Sólo al final, comprenderá la realidad y la utilidad que han tenido sus “inocentes” ideas escritas en un libro. Y es que la pluma siempre es más poderosa que un rifle.
Pese a la voluntariosa interpretación de Mortensen, éste no puede evitar que en su conjunto sea un film un tanto irregular, que a veces deambula sin un rumbo fijo (igual que su protagonista) y que da la sensación de intentar alargar la historia más allá de lo que realmente quiere contarnos. Pese a todo, Amorim nos ofrece un film que tiene buenos aciertos y cuyo mensaje es totalmente válido.