El responsable de la revitalización de la saga Bourne, Doug Liman, nos ofrece un film que combina el fantástico con la acción con el trepidante ritmo que caracteriza al realizador. La trama gira alrededor de un joven, llamado David Rice (Hayden Christensen), que ocasionalmente descubre que tiene la capacidad de teletransportarse a cualquier lugar que desee del mundo. Este aprovechará dichas habilidades para mejorar su calidad de vida en general.
Sin embargo, pronto descubrirá que está en peligro ya que hay un extraño grupo, llamados “los paladines”, encabezados por Roland (Samuel L. Jackson), dedicados a exterminar a gente con las habilidades de David, puesto que pronto descubrimos que no está solo. El director nos ofrece otro producto técnicamente muy cuidado, y al igual que con la série de Bourne, con visitas a los lugares más conocidos del mundo, buenas dosis de acción, y todo ello explicado en un estilo que ya parece la marca de fábrica del director. Sin embargo, el principal problema del film es que es excesivamente plano.
El film esta descaradamente orientado a un público joven (casualmente todos los jumpers son jóvenes), el cual es mucho más exigente en cuanto a estética y la forma y mucho menos en el contenido. De esta forma, el film pasa como entretenimiento pero si con Bourne le funcionó bien fue grácias, no sólo a la acción sino a un buen guión, algo que se echa de menos en esta película, puesto que deja al espectador muchos cabos sueltos, preocupándose más por producir una película atractiva para un público poco exigente que en hacer algo más creible, ya que acaba motivando que desconectemos y nos distanciemos en exceso de los problemas de los protagonistas. Hayden Christensen, no acaba de dar la talla como actor, aunque bien es cierto que no es en este tipo de película donde se pueda medir su calidad interpretativa.