Con cada nueva película, cabe preguntarse lo mismo. ¿Tiene techo la imaginación desbordante y el talento de Pixar? Sea quien sea el director (en este caso, el debutante Adrián Molina y el muy experimentado Lee Unkrich, que así a bote pronto ha co-dirigido Toy Story 3, Monstruos SA o Buscando a Nemo), la casa del flexo Luxo Jr sigue asombrándonos con cada nueva cinta. En opinión de quien esto firma, sólo tres veces han patinado (Cars 2, Monstruos University y El viaje de Arlo), y en ninguno de esos casos eran películas execrables ni mucho menos, sino sencillamente lejos del nivel al que nos tienen acostumbrados Lasseter y los suyos. Porque de eso se trata Pixar... ser muy exigentes con ellos porque sabemos lo que pueden dar. Por ello, cuando hacen películas menos logradas, aunque sigan dándole sopas con hondas al resto de cintas animadas o no animadas del año, parece que hay que lanzarse a su cuello. ¿Injusto? Seguramente, pero esa es otra reflexión. Hoy toca hablar de Coco, y hay que hacerlo con regocijo, porque Coco es una cinta maravillosa.
Esperen a ver la recreación que se hace del pueblo mexicano donde viven Miguel y los Rivera. Esperen a recrearse en la maestría con que se ha dibujado en pantalla a la muy anciana Coco (sus arrugas, sus ojos, su pelo). Esperen a escuchar las canciones originales de la película. Pero sobre todo esperen a ver el espectacular diseño de la ciudad de los muertos para caer de espaldas maravillados por el dominio de la animación que tiene Pixar. Se dice una y otra vez con cada nuevo lanzamiento, pero es que es la verdad: no tiene parangón la habilidad de esta compañía en lo que a animación se refiere. El realismo que han alcanzado es escalofriante de puro bueno.
Pero nada tendría sentido si la historia no nos atrapara. Y Coco atrapa. Atrapa porque es emotiva (de hecho, quizás es la más emotiva junto con Up), porque es divertida (atención al perro Dante), porque apunta social y políticamente con acierto (las aduanas entre los vivos y los muertos), porque es adulta como ella sola (imposible que los niños más pequeños capten el trasfondo), porque reflexiona sobre la fama y el auténtico éxito y porque tiene unos personajes encantadores y maravillosos (ojo a Héctor...). Son tantos los momentos, tantas las escenas maravillosas, tantos los detalles que sin duda hay que verla más de una vez para captar todo su contenido.
Una nueva obra maestra de Pixar, y la mayor carta de amor a México que jamás ha hecho el cine americano. Bienvenida.

Lo mejor: ¿Todo? La animación, soberbia; la emoción que desprende; su inteligente despliegue de giros argumentales; los encantadores personajes; la música...
Lo peor: Nada