Cyrano de Bergerac es quizás una de las mejores películas del cine francés, y sin duda uno de los trabajos más finos de Gerard Depardieu.
Se trata de una sobresaliente cinta de aventuras y romance, que da nueva vida a un inmortal personaje literario, mil y una veces reimaginado desde que lo creó Edmond Rostand y siempre noble, apasionado y caballero. Además, resulta entretenida, tiene unos actores fabulosos y llega realmente al corazón del espectador.
La nariz más famosa de la literatura (con permiso del poema que dedicó Quevedo a Góngora) jamás había lucido en pantalla de forma tan elegante y brillante. Una pieza cinematográfica de altura, prácticamente sin fallos (salvo algunos desequilibrios de ritmo, lógicos teniendo en cuenta que dura más de dos horas) y llena de emoción.