Madre mía, qué mala suerte ha tenido Mena Suvari, y también qué mal ha escogido sus proyectos. O quizás lo segundo es consecuencia de lo primero. O al revés. No sabemos.
Aquí, pese a estar en el poster junto a Brian Austin Green y aparecer de las primeras en la lista de actores, es bastante secundaria, además, y es una pena, porque siempre es un placer verla, pese a esa mala suerte y esos malos proyectos en los que se ha metido, con excepciones (Domino) desde que asombró al mundo en American Beauty en 1999. También es una pena porque la película es mala, sin paliativos, y más cuando uno se da cuenta de que no se va a explicar absolutamente nada sobre lo que está pasando. A pesar de su clara inspiración en Diez negritos, tiene más que ver con la española Fin, que tampoco explicaba gran cosa, pero al menos daba alguna pista y apuntaba a un extraño apocalipsis. Aquí nada tiene sentido ni razón. Y sí, está bien dejar ciertas cosas abiertas a la interpretación de cada espectador, pero ¿todo? ¿Sin dar ninguna pista? Infumable. Imposible además identificarse con unos personajes tan plúmbeos y pobres.
No pierdan el tiempo.