Qué gran sorpresa es Amor a segunda vista. Agradable sorpresa, se entiende. Agradabilísima.
Se trata de una de las mejores y más simpáticas y emotivas comedias románticas que hemos visto en los últimos tiempos. Su punto de partida no es demasiado novedoso, ya que hemos visto bastantes veces historias parecidas de personas que se levantan un día para descubrir que su vida ha cambiado radicalmente y su pareja/familia/amigos no les reconocen, y han de reconquistar el amor de este ser querido. Sin embargo, su desarrollo es fascinante. Resulta divertida (ver la reunión a la que acude Raphaël sobre la adaptación al cine de su novela) y sobre todo muy entretenida y romántica. Hugo Gélin sabe cómo llegar al espectador con un desarrollo emotivo y tierno. Además, se beneficia de la enorme química existente entre François Civil y Joséphine Japy, una pareja memorable (atención a su escena final).
Mención aparte merece Civil, a quien no cuesta imaginar dentro de poco ya en alguna película de Hollywood, porque tiene un carisma, una sonrisa, un físico, una mirada y un talento más que de sobra para convertirse en uno de los mejores nuevos galanes y protagonistas del cine actual.
Muy recomendable. Notable, incluso. Algo poco habitual en comedias románticas.

Lo mejor: Su encanto, la química entre Civil y Japy y la presencia en general de Civil.
Lo peor: No es una obra maestra.