Últimamente, Winston Churchill aparece muchísimo por las pantallas de cine y televisión. Muchos actores se han metido en la piel del más conocido y admirado de todos los políticos británicos. Entre los últimos, se encuentran grandísimos actores como John Lightgow (The Crown), Timothy Spall (El discurso del rey) o por supuesto el oscarizado Gary Oldman (El instante más oscuro).
En esta cinta de Jonathan Teplitzki, es el grandísimo Brian Cox quien se mete en la piel del gran héroe inglés durante la Segunda Guerra Mundial. En una interpretación muy distinta a la de, por ejemplo, Oldman también el año pasado, Cox retrata a un Churchill quizás más vulnerable, más indeciso, menos carismático y potente en su discurso que otros que hemos visto recientemente. Su relación con su esposa, a quien da vida una monumental Miranda Richardson, una de esas grandes damas del cine inglés que siempre está bien, haga lo que haga, es entrañable y da los mejores momentos de una cinta que, sin embargo, no termina de funcionar.
Gracias a su ajustadísimo metraje y a las interpretaciones del excelente reparto, se deja ver este Churchill que, sin embargo, fracasa en el intento de interesar al espectador por la trama política y tiene un ritmo demasiado lento y pesado. Sencillamente, es una película que no está al nivel de la grandeza del personaje.

Lo mejor: Cox y Richardson, brillantes, y la siempre apabullante perfección formal de la que hace gana la ficción británica.
Lo peor: No resulta demasiado interesante.