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Voto de Sibila de Delfos:
9
7,1
70.113
Romance. Drama. Aventuras
Finales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Un hombre herido viaja en un convoy sanitario por una carretera italiana, pero su estado es tan grave que tiene que quedarse en un monasterio deshabitado y semiderruido, donde se encarga de cuidarlo Hana, una enfermera canadiense. Aunque su cuerpo está totalmente quemado a consecuencia de un accidente sufrido en África, tiene todavía ánimo para contarle a Hana la trágica historia de su vida. (FILMAFFINITY) [+]
15 de octubre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues con eso queda todo dicho.
Anthony Minghella, que en paz descanse, fue el gran heredero del maestro Lean, y películas como El paciente inglés lo demuestran. Lo tiene todo: épica, historia melodramática, amor de leyenda y desgraciado, lujo por todas partes, entretenimiento, tensión, un buen villano... todo lo tiene y todo funciona a la perfección en la película, que tiene ese sabor de las grandes producciones de antaño y que es un festín para la vista y el alma.
Y en el centro de todo, Ralph Fiennes y Kristin Scott-Thomas como perfectos amantes (vaya tercio final, vaya desenlace de su historia, y cómo enlaza con el prólogo), Colin Firth antes de volver a ser el galán con el que triunfó en Orgullo y prejuicio y perdiendo la chica a manos de uno de los hermanos Fiennes (en 1998 el otro hermano, Joseph, le levantaría de nuevo a la novia en Shakespeare in love) y una Juliette Binoche memorable sola y con Naveen Andrews.
Casi una obra maestra. Una película para paladear y disfrutar hasta el último detalle.
Lo mejor: Casi todo.
Lo peor: Podría haber sido más corta y no habría pasado nada.
Anthony Minghella, que en paz descanse, fue el gran heredero del maestro Lean, y películas como El paciente inglés lo demuestran. Lo tiene todo: épica, historia melodramática, amor de leyenda y desgraciado, lujo por todas partes, entretenimiento, tensión, un buen villano... todo lo tiene y todo funciona a la perfección en la película, que tiene ese sabor de las grandes producciones de antaño y que es un festín para la vista y el alma.
Y en el centro de todo, Ralph Fiennes y Kristin Scott-Thomas como perfectos amantes (vaya tercio final, vaya desenlace de su historia, y cómo enlaza con el prólogo), Colin Firth antes de volver a ser el galán con el que triunfó en Orgullo y prejuicio y perdiendo la chica a manos de uno de los hermanos Fiennes (en 1998 el otro hermano, Joseph, le levantaría de nuevo a la novia en Shakespeare in love) y una Juliette Binoche memorable sola y con Naveen Andrews.
Casi una obra maestra. Una película para paladear y disfrutar hasta el último detalle.
Lo mejor: Casi todo.
Lo peor: Podría haber sido más corta y no habría pasado nada.