A algunos hombres les pasa, sobre todo en las pelis del Oeste, que en vez de demostrarse su afecto, con un sólido apretón de manos, no pueden evitar dejarse llevar por el sentimentalismo más febril y han de demostrarlo propinándose mutuas palizas que dejen bien a las claras el grado de simpatía que le merece su amigo, tanto más cuanta más sangre consiga hacer de él. No hay declaración de amistad más sólida que esa.
Yo nunca me fiaría de un socio con el que no me hubiera pegado primero. Es la primera regla elemental que debería observarse en toda sociedad mercantil. Mucho más cuando estamos hablando de explotar una mina de oro.
Pero los dos amigos no sólo ambicionan la mina que, al fin y al cabo, es fácil de repartir, fifty, fifty. También le ambicionan a ella ( y no me extraña) y ahí ya, uno gana y otro se pica.
Un tercero en la discordia ( John McIntire), querrá monopolizar el negocio y pondrá toda clase de obstáculos a sus competidores y la amistad de los dos socios se resquebrajará.
La película es vistosa, alegre, colorida, con momentos simpáticos, buena música y con un buen plantel de secundarios que apoyan muy bien a los protagonistas La trama es distraída pero excesivamente apelotonada en su argumento.
Para mí el gran error que comete este film es el de dibujarnos tan precisamente la personalidad de los dos amigos al inicio del film. Casi, casi, nos están contando todo lo que va a ocurrir y la clase de conflicto en la que se verán envueltos. Hay incluso un diálogo que no pienso mencionar que resume prácticamente todo el conflicto. Un poco más de indefinición y la trama habría ganado en intriga.
Aun así es un film correcto y distraído. No destaca pero echas un buen rato viéndola.