Henry Hathaway, ese director al que todos los que tenemos ya una cierta edad, le debemos haber dorado nuestra infancia y juventud con infinidad de películas en todos los géneros que marcaron nuestra vida, realiza la que es, para mí, una de sus mejores películas, un logro difícil de discernir pues tiene muchas y muy buenas.
Pero yo, a esta, le tengo un cariño especial.
No sólo porque es un magnífico film de aventuras en el mar, una de mis debilidades, sino porque es otro de esos films que cuando la ves en la adolescencia, quedará grabada a fuego en tu mente. Un viaje exterior e interior, una aventura de iniciación y aprendizaje, de superación y emociones, de contacto con el mundo y con las realidades de la vida, de elecciones y de toma de decisiones, un viaje, en fin, como el que iniciamos al comenzar en soledad nuestras primeras batallas con la vida.
Indudablemente, tienen razón aquellos que la comparan por su temática a " Capitanes intrépidos". El contexto es el mismo y el protagonismo infantil también.
Pero el tema y el conflicto es, en realidad, muy diferente aquí.
En esta cinta se dirimen las luchas generacionales y el concepto educacional, enfrentando unos valores y una forma de entender la vida en conflicto con otra, tradición versus progreso, deber frente a amistad, experiencia o conocimiento que el niño ( Dean Stockwell soberbio) irá absorbiendo y decidiendo qué valores y qué patrones han de guiar en su futuro su camino por la vida. Pero no es el único que aprenderá algo. Aquí todos aprenden y se transforman.
Con una actuación memorable por parte de los tres intérpretes principales. Lionel Barrymore, nuestro cascarrabias abuelo, que realiza aquí una de esas interpretaciones que deberían estar en todos los libros de cine ( La escena en que desde su barco mira con orgullo a su nieto en su primera incursión en el bote a la búsqueda de la ballena), es de una emotividad tal que se te cierra la garganta). Richard Widmark, como el joven universitario, oficial de marina, sobradamente preparado en educación y conocimientos, que también aprenderá algo en su paso por allí, admirable también en un noble papel y el niño, que nos robará el corazón, la cinta ya se sostiene per se pero es que, además, tiene un elenco impresionante de secundarios que van a prestar una estupenda autenticidad a la película
Y por supuesto, la acción. El barco ballenero del siglo XIX, que se adentra en el mar a la búsqueda de esos colosales mamíferos a los que estos intrépidos hombres ya sabían discernir de un sólo vistazo en lontananza, por su tamaño, la cantidad de barriles de aceite que les podían proporcionar.
Hathaway nos va a mostrar, a la manera documental, la lucha titánica que sostenían estos hombres con esos gigantes en sus diminutas chalupas, el traslado y despiece del animal, la forma de vida de la tripulación, las normas a seguir, los peligros del mar, los hielos, la niebla, el durísimo trabajo a realizar...
Una cinta de aventuras digna de llamarse así y que yo no concibo de otro modo. El aprendizaje de la vida exterior conlleva un aprendizaje interior y Hathaway nos muestra las dos vertientes en toda su magnitud. Una gran, gran película.

Creo entender por qué esta película no la echan apenas por los canales especializados de cine clásico. La caza de ballenas hoy no es aceptable y hay que censurarla aunque su contexto sea el siglo XIX. Ustedes verán. Yo tengo otra noción de lo que es censurable y no es esta película precisamente.