Mi primera impresión al ver las críticas iniciales de John Wick 4 fue, ¿qué está pasando aquí? Como fan de la trilogía tenía muchas ganas de ver esta cuarta entrega, pero me preguntaba, ¿qué tendrá para que esté gustando tanto en comparación con las anteriores? A fin de cuentas, para mi la saga ya había alcanzado un punto culmen con Pacto de Sangre. Sin embargo, vista la película, toda euforia está justificada.
Creo que pocas veces he visto acción tan bien elaborada desde todos los puntos de vista (fotografía, montaje, coreografías, etc.). Digo pocas porque existe Kill Bill y alguna que otra película más que ahora mismo no se me viene a la cabeza, pero desde luego John Wick 4 está en el Olimpo en ese apartado. Al igual que su protagonista, uno de los más grandes héroes de acción que ha dado el cine.
Un protagonista como el interpretado por Keanu Reeves y semejantes set pieces se apoyan en una trama sencilla pero eficaz, que se enrevesa lo justo para no ser predecible o aburrir y que continúa expandiendo la fascinante mitología de este universo.
Ya hemos dicho que Reeves se luce de nuevo, pero aquí el que se come la pantalla es Donnie Yen, que trae las artes marciales a John Wick con coreografías impresionantes, y acompañado de otra leyenda en ese área: Hiroyuki Sanada. Así, la épica está asegurada.
Igual de bien están esos personajes que no participan tanto en las secuencias de acción; desde Bill Skarsgård como el arrogante villano al siempre carismático Ian McShane como el Gerente.
En definitiva, una cinta para enmarcar y una de las mejores películas de acción que ha dado el cine en los últimos años. Y por supuesto, gran conclusión a una saga improbable que ha acabado siendo memorable.