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Voto de alexterol:
10
Western Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el cine se hace plenamente honesto, la imagen se derrama sobre el espectro sensible, sobre la verdad; irisada por la luz y el cielo y el barroquismo de las nubes; y la embadurna de brillo —¡los cielos de Ford!—. Se construye sobre el hombre y para el hombre un relato cósmico, antropocéntrico, casi adorativo hacia el ser y los aspectos más sagrados de éste. Ambos —el cielo y la luz—, centros neurálgicos de donde tiende la espina dorsal del hombre. La luz se abalanza sobre nosotros, el espectador, moldeando el relato mediante contraluces oblicuos, para evitar el deslumbramiento completo, pero, sin dejar de permeabilizar la pantalla con su fulgor. La puesta en escena, nos sitúa pues, en un lugar luminoso, caldo de cultivo para presentar así, primeramente, a Dallas (Claire Trevor); un personaje endemoniado y marginado, cual portadora de la peste; una prostituta expulsada de su hogar; ¡pero!, la perspectiva de cámara no nos hace llegar el odio del pueblo, sino que nos la presenta con un escueto pero suficiente travelling oblicuo huyendo de un reducido grupúsculo, es así, su presentación especial y concreta, y es así, como Ford, la dota de unicidad con este recurso singular. Más tarde, Ringo (John Wayne), su dupla, también es presentado con otra unicidad; un plano americano, en consonancia con un contraluz y un zoom directo a su rostro. Ambos personajes presentados y alejados, por la perspectiva, de sus aparentes negatividades —delincuente y prostituta—. La articulación de esta verdad, la de los personaje, se construye con sus acciones, siempre exentas y sin ningún atisbo de lo que les atribuye su pasado; Ringo se muestra noble, no se nos explica si es o deja de ser justo su encarcelamiento, pero cada una de sus acciones está siempre en la esfera de lo correcto, del ofrecer, de la bondad. Este comportamiento se enfatiza con Dallas, esa bondad nace a relucir con el personaje más denostado, Ringo es la propia mirada de Ford; y en armonía con este, ella actúa igual, más cohibida antes de la llegada de él, pero liberada por su presencia; se muestra como valedora de la figura materna cuando Mallory no puede cuidar de su hijo y al mismo tiempo pasa la noche en vela por y para ella. El relato despoja y anula el prejuicio contextual; Se muestra así su interioridad, exenta de prejuicios. Es pues, que Ford, no juzga, solo desnuda al relato de lo prescindible y muestra al ser, puramente real; y lejos de castigarle tras la venganza —lúcidamente, en fuera de plano, como si Dios apartara la mirada del pecado, del defecto—, lo lleva al paraíso y lo asciende por encima de la ley por medio de la justicia moral. Y es que, bajo su amparo, todos nos sentimos seguros y bajo techo.
alexterol
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