Una de las cosas que más me han gustado de esta película es su falta de pretensión, su desenfado y su aparente ligereza. Aunque los temas como lo del viaje iniciático, la amistad, etc... están ahí, no están subrayados infantilmente como sucede en gran parte del cine comercial norteamericano, dónde es importante magnificar o justificar el devenir de sus personajes, por muy absurdos que sean. Aquí Cuarón nos presenta a unos personajes que a pesar de su continua hilaridad, sutilmente nos es mostrada su superficialidad. Mientras ellos llevan una vida despreocupada, vemos como en el país el ejército para y registra a los campesinos, las manifestaciones no paran mientras la única preocupación de ellos es meterla. Esta forma de mostrar los desniveles sociales me convenció mucho más que los tremendismos de Diarios de Motocicleta, que en el fondo no deja de parecerse a esta película, pero con muchas más infulas. Por lo tanto, la película se puede leer también como una "crítica" a cierto sector de la juventud que no está comprometida más que con la frivolidad, lo cual es una verdad como un puño. Ese toque corrosivo, que en manos de alguien más sensacionalista hubiese trucando el rumbo de la película, pero los Cuarón lo dejan ahí para que seas consciente, para dejar claro que no te están tomando por un imbécil, no obstante, a pesar de todo, eso no quita que también puedas ver la película desde el entretenimiento y te puedas contagiar de su de su hedonismo alocado, del cachondeo constante y también te lo acabes pasando bien si vas sin pretensiones intelectualoides.

La puesta de escena de esta película es de las buenas ya que no solo deja claro que Cuarón tiene buena mano a la hora de rodar, si no que también se antoja como necesaria para poder dar lugar a la espontaneidad, que es lo que consigue darle frescura a la película. Su falta de pudor a la hora de tirar planos largos (como ese estupendo plano secuencia en la cámara sigue al coche desde fuera por una carretera llena de curvas) consigue que los actores puedan desenvolverse con mucha más soltura y puedan parir notables escenas tanto de conversación como de sexo, que, por cierto, son de las mejores que haya visto en una película. Otra cosa que también hace muy bien es el saber nivelar sofisticadamente su parte dramática y su parte cómica, de forma que el conjunto no desentone.

Diego Luna y Maribel Verdú nunca han sido actores de mi agrado, pero en esta película consiguen encontrar un nivel bastante óptimo, sobretodo Luna, cuya naturalidad lo hace muy creíble. Pero el mejor de todos sin duda es Gael García Bernal. Ese tío es un actor enorme, siempre imprime carácter a sus personajes y consigue hacer olvidar a sus anteriores interpretaciones. Nada tiene que ver este papel con el que hizo en Babel o con el de La Ciencia del Sueño. No es su mejor papel, no obstante si que despunta y convence a lo grande.

No es una película capital, pero tiene personalidad y es muy fresca. Un notable merecido.