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Voto de macaoliv:
8
6,3
29.411
Thriller. Drama. Terror
A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem), un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.
9 de octubre de 2017
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo por costumbre entrar en la sección de críticas de Filmaffinity inmediatamente después de haber salido del cine, así haya contemplado la mayor obra maestra, o la peor bazofia de cine comercial. En la mayoría de los casos buscando en las palabras de otros poner nombre a mis pensamientos, por una cuestión de pereza en muchos casos y otras, por pura humildad. Esta vez, para mi sorpresa, no me he visto reflejada en ninguna de ellas, incluso en las de aquellos usuarios que dicen haber disfrutado de la película tanto como yo.
Como siempre que me ocurre algo similar, la incertidumbre se adueña de mi: ¿he llegado a ese grado de comunión con el artista en el que su obra cobra sentido de principio a fin... o no?
Voy a arriesgarme esta vez.
Como siempre que me ocurre algo similar, la incertidumbre se adueña de mi: ¿he llegado a ese grado de comunión con el artista en el que su obra cobra sentido de principio a fin... o no?
Voy a arriesgarme esta vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Lo que he visto es una alegoría y como tal, está cargada de simbolismo, pero guarda en su interior un argumento que ha sido contado ya muchas otras veces (no en vano es la película número ocho y medio en la filmografía de Aronofsky, tras siete películas y un corto). Escritores, directores o músicos viviendo esa crisis creativa que le hace plantearse hasta su propia existencia. A diferencia de otras películas que han tratado este tema, en esta cinta la protagonista es la musa, y eso es lo que, bajo mi punto de vista, la hace especial.
Él es el poeta, el creador, el padre: Dios. Ella, aquella que alberga la inspiración.
Desde el principio la casa del creador será visitada por sus primeros personajes, esas primeras obras que volverán para molestar y distraer su inspiración, impidiéndole escribir de nuevo.
De ella conoceremos sus sentimientos, sus miedos y su soledad. Veremos como es invadida y desplazada por esos personajes que ocupan todavía la mente de su poeta. Veremos cómo sufre por no haber podido gestar aún esa obra/hijo que se espera de ella. Más tarde serán los seguidores, los editores, el propio éxito, la fama y la vanidad del artista las que harán que se sienta cada vez más abandonada.
Ella finalmente será madre, pero su hijo le será arrebatado, dejando de pertenecerle para siempre y siendo entregado a ese público, que desea ávidamente consumir la nueva creación y que finalmente acabará haciéndola suya, hasta consumir la idea original.
O visto a través de los símbolos bíblicos que el director ha querido utilizar, Dios padre, entregando su hijo a un pueblo que no lo merece, que no lo comprende, un pueblo que deforma y destruye la obra y su mensaje ante la mirada atónita y desgarrada de su madre.
Con el fin del proceso de creación llega el final de la musa… Esa madre inspiradora, a la que se le ha exprimido el genio hasta su último aliento.
La mente del artista sufrirá una catarsis, en ese incendio que romperá con todo lo anterior, dejando entre las cenizas las estancias necesarias para que el proceso empiece de nuevo: el mismo artista con nuevas musas y con ellas, nuevas obras.
(Esperaré ilusionada a que Aronofsky pase de nuevo por todo este proceso, estoy deseando ver cuál será su próxima creación, en este ciclo que ojalá no terminara nunca!).
Él es el poeta, el creador, el padre: Dios. Ella, aquella que alberga la inspiración.
Desde el principio la casa del creador será visitada por sus primeros personajes, esas primeras obras que volverán para molestar y distraer su inspiración, impidiéndole escribir de nuevo.
De ella conoceremos sus sentimientos, sus miedos y su soledad. Veremos como es invadida y desplazada por esos personajes que ocupan todavía la mente de su poeta. Veremos cómo sufre por no haber podido gestar aún esa obra/hijo que se espera de ella. Más tarde serán los seguidores, los editores, el propio éxito, la fama y la vanidad del artista las que harán que se sienta cada vez más abandonada.
Ella finalmente será madre, pero su hijo le será arrebatado, dejando de pertenecerle para siempre y siendo entregado a ese público, que desea ávidamente consumir la nueva creación y que finalmente acabará haciéndola suya, hasta consumir la idea original.
O visto a través de los símbolos bíblicos que el director ha querido utilizar, Dios padre, entregando su hijo a un pueblo que no lo merece, que no lo comprende, un pueblo que deforma y destruye la obra y su mensaje ante la mirada atónita y desgarrada de su madre.
Con el fin del proceso de creación llega el final de la musa… Esa madre inspiradora, a la que se le ha exprimido el genio hasta su último aliento.
La mente del artista sufrirá una catarsis, en ese incendio que romperá con todo lo anterior, dejando entre las cenizas las estancias necesarias para que el proceso empiece de nuevo: el mismo artista con nuevas musas y con ellas, nuevas obras.
(Esperaré ilusionada a que Aronofsky pase de nuevo por todo este proceso, estoy deseando ver cuál será su próxima creación, en este ciclo que ojalá no terminara nunca!).