Iba esperando la típica comedia inglesa y me encontré algo que no entraba del todo en lo esperado.
De primeras, las actrices son excepcionales; poco hay que decir de Olivia Colman, que está espléndida, y de Jessie Buckley, a la que conocí en Fargo, que es un oasis de frescura, además de una actriz muy atractiva y con mucho talento.
La ambientación es muy buena.
Sin embargo la película adolece de un guion flojo, y es que está mal escrita, y de una dirección que, no siendo mala, es bastante plana.
Por otro lado, los personajes masculinos son tan malvados y ridículos que resultan grotescos en comparación con lo listas, ingeniosas, voluntariosas y solidarias que resultan las protagonistas femeninas, y eso no ayuda en nada, ya que plantea un contraste no muy fácil de digerir, y desfigura totalmente el sentido de la película. Por ejemplo, el personaje de Timothy Spall, resulta increíble y poco matizado debido a lo que se le fuerza.
Incide en lo mismo el intento pro-Bridgerton de blanquear una sociedad que ha tenido de racista lo suyo. No soy ningún experto, pero creo difícil encontrar un magistrado de Audiencia negro en los años 20, igual que agentes negros o de origen pakistaní mezclándose idealmente con el resto de la sociedad.
Lo dicho, no está del todo mal, pero no esperes una de la Ealing.