Magnífica película de un director que se atreve con cualquier género. Película sin concesiones comerciales y que, gracias a su mesura, llega a conmover y emocionar. La madurez de un gran director se deja ver en una cinta muy compleja, que juega con el tiempo (factor que define lo humano) y que nos obliga a recomponer la historia como espectadores despiertos. Nos obliga a pensar en nuestra condición de mortales, afortunadamente somos mortales.
Levántate y anda, nos dice la cinta, nos dice Mateo Gil a los espectadores que no nos conformamos con ciencia ficción para imbéciles.
Y después de esta lección de filosofía nada pedante sobre lo que somos los aún humanos, este espectador sólo puede decir: GRACIAS.