Por fin he finalizado el visionado de la primera temporada (o cuarta, si se prefiere) de "Narcos: México", que es un spin-off de la popular serie, una vez sus responsables han exprimido todo lo que podían la historia del narcotrafico en Colombia. Ahora le toca e turno a México, a priori, algo atractivo, se ha acabado quedando en tierra de nadie.

Se promocionó como una nueva entrega con cambio de país pero con los mismos elementos que hicieron triunfar a la historia de Pablo Escobar, y además con dos protagonistas de lujo, como Diego Luna y Michael Peña.

La historia ya arranca con bastante falta de garra, en un primer episodio flojo y que no atrapa. Y os aseguro que la cosa no mejora en episodios posteriores, debido a una dirección que se cree mejor de lo que es, un guion aburrido y sin fondo, unos personajes a cada cual más irritante, un reparto que baila entre lo correcto y la mediocridad y el resto de elementos que no están ni bien ni mal, más bien dejan indiferente.

Lo de la dirección lo digo porque, sin estar mal (hay momentos muy bien rodados y hasta brillantes), se abusa (en demasiadas ocasiones), del plano secuencia que tan buenos resultados a dado a series como "True Detective" (primera temporada), pero que aquí, en casi cada tiroteo o redada, aparece en escena, como si los responsables dijesen: "ey, sabemos como rodar y somos pioneros en esto". Una vez vale, pero el resto ya es pasarse.

Respecto al guion, le pasa lo mismo que a la dirección, que hay momentos brillantes y muy logrados, pero es un quiero y no puedo, que se cree mejor de lo que es, y con momentos predecibles y una evolución de personajes bochornosa. Por ejemplo, tres de los narcos se supone que no son unos monstruos durante toda la temporada, hasta que en un capítulo pierden (los tres, casi a la vez pero por separado) los papeles para revelar su verdadera cara.

¿Era necesario ese giro de guion, cuando estamos hablando de unos narcos y no de unas hermanitas de la caridad?. Ya se que son malos, no me lo tienes que descubrir y no me pilla por sorpresa. Un recurso de guion burdo y sin sentido, que retrasa todavía más el ritmo de la serie.

En cuanto al reparto, tener a dos actores protagonistas como Luna o Peña es una suerte (sobre todo por el segundo). Pues bien, Diego Luna actúa sin garra ni fuerza, de forma bastante intrascendente, y trayendo un protagonista sin sustancia. Quizás no sea culpa suya, pero la sombra de Escobar es muy larga.

Respecto a Michael Peña, secundario de lujo en Hollywood, está bastante serio y sin personalidad en su personaje de agente de la DEA. Es verdad que hay momentos que profundiza y son bastante emocionales donde se le ve entregado al momento, pero el personaje es demasiado frío, y no llegas a entender su cruzada, hasta las últimas consecuencias.

Es curioso que Scott McNairy, en una aparición de cinco minutos (o menos), aporte más que estos dos juntos (al menos por la chulería del personaje). Y no, no creo que Ernesto Alterio este mediocre en su papel de policía corrupto (como se ha estado diciendo). Es más, creo que le viene como anillo al dedo ser tan gañan y despreciable, en una actuación más que conseguida.

Y por cierto, a destacar el personaje (y actuación) de Rafa, uno de los personajes más irritantes y estúpidos de la historia de la televisión. Infumable.

De hecho, es bastante lamentable que el mejor momento de la serie este protagonizado por antiguos conocidos de anteriores temporadas. Con eso os lo digo todo.

En conclusión, esta serie ha sido un "mucho ruido y pocas nueces", en un intento fallido de prolongar una serie que debería haber finalizado en la anterior temporada. No obstante, el desenlace me ha causado curiosidad, y ya está anunciada una nueva temporada para seguir la historia de estos narcos de México. La incorporación de un nuevo protagonista me ha llamado la atención, y seguramente me deje llevar, pero me lo voy a tomar con aún más calma, porque estamos ante una de las temporadas más aburridas, fallidas y decepcionantes de los últimos años. Ahí es nada.

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