Entre sus dos obras maestras “Seven” (1995) y “Fight Club” (1999), Fincher, director fetiche de muchos, dejó una para algunos medianía, para otros digna de ser adjuntada a las dos otras como su tercera mejor película: “The Game” (1997).

La estructura es idéntica a las otras dos: mentiras, muchas mentiras, personajes algo confusos, alucinaciones, ambientes lúgubres e incómodos, y unos sorprendentes finales. Puede parecer un spoiler, pero es que el que haya visto las otras se lo imagina, la clave de los films de David Fincher es el desarrollo del complejo entramado, ahí está el fallo de “The curious case of Benjamin Button”, en que tiene un final sin gancho.
“The Game” no. Este es un film que te absorbe, con una idea original que, como buen director, Fincher lleva hasta las últimas consecuencias, no se achanta ante la opinión pública, no genera complejas tramas políticas… lo que hay es lo que se ve, por muy obvio que parezca ¿o no?

Imprescindible. Sin ella no se puede comprender la evolución como cineasta de Fincher, clave en su carrera, y en la de Michael Douglas (¿su mejor papel?).