Todo un homenaje por parte del eterno maestro Allen a aquello que más alegrías le ha reportado, ese arte que muchas veces no es considerado como tal, el séptimo: el cine.

Allen firma un guión fabuloso, sólido como pocos, que fue reconocido con una nominación al Oscar. Le ponen caras una adorable Mia Farrow y un desdoblado Jeff Daniels, entre otros. Y (otra vez) Nueva York vuelve a ser el perfecto escenario para mostrarnos la inventiva y capacidad de sorprender del bajito director.

"La rosa púrpura del Cairo" se alza desde detrás de la pantalla como una de las mejores cintas de Woody Allen, que volvía a demostrar que era un genio a la hora de contar historias a priori muy simples, pero profundas y emotivas, y que hacían a los espectadores que amasen el cine un poquito más cada vez.

Divertidísima a ratos, dramática a otros, y aunque totalmente surrealista en todo su metraje, el director neoyorquino consigue que empatizes de tal modo con la historia que aceptas todo lo que ves sin ponerle ninguna pega.

Imprescindible cinta de obligado visionado para todo amante de Allen y del séptimo arte en general. Yo la seguiré viendo una, dos, tres, cuatro, y hasta cinco veces, con la esperanza de que alguno de los personajes (o quien sabe, quizás el propio director) salga de la pantalla y me conceda un ratito de ensueño, de cine.