Que Steven Spielberg es un maestro del cine está fuera de toda duda. Bajo su sello encontramos obras comprometidas con una realidad que no lo está tanto ("La Lista de Schindler", "Salvar al soldado Ryan", "Amistad", "Munich"...), auténticos éxitos de taquilla, rebosantes de calidad ("Tiburón", "ET", "Minority Report", "La Guerra de los Mundos"...), comedias como "Atrápame si puedes", cine para grandes y pequeños ("Hook"), la magnífica trilogía de "Indiana Jones"...

Entre todas estas obras, hay una que contribuyó con gran fuerza a situarle donde está ahora: "Parque Jurásico (Jurassic Park)". Aunque se trate de una trilogía a día de hoy, es mejor ver esta película como una historia sola ("El mundo perdido", segunda parte, a pesar de bajar el nivel consigue salir airosa, algo que no ocurre con la tercera entrega).

"Jurassic Park", basada en la novela de Michael Crichton, nos dio la oportunidad de ver dinosaurios reales en pantalla. Reales, sí. El nivel de recreación y detalle de estas "gigantescas iguanas" alcanza cotas de perfección, tanto que estoy absolutamente convencido de que de haber vivido en el periodo jurásico me hubiese encontrado con ese imponente Triceratops, ese inquietante Dilophosaurio, los elegantes Brachiosaurios, los astutos Velocirraptores y el auténtico rey de la selva (riase del león), el Tiranosaurio Rex.

La cosa podría quedar aquí, pero si así fuese no estaría hablando de la película como lo hago, ya que aparte de dinosaurios encontramos muy buenos actores: Sam Neill, Laura Dern, Jeff Goldblum, Richard Attenborough... Ninguno está de Oscar, pero si realizan muy buenas interpretaciones. La trama está llevada de forma sobresaliente. No se limita a ser un corre que te pillo (al contrario que la tercera), sino que nos hace reflexionar al abrir el debate sobre el poder de crear, sobre creerse Dios.

Cinta de obligado visionado para todos los amantes de esa ventana hacia mundos lejanos y remotos que es el cine.