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Voto de Franky_23:
8
6,4
35.798
5 de junio de 2008
11 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La niebla" (ese "(...) de Stephen King" es un añadido español) dista de ser un filme más de terror de entre los interminables e idénticos, por obviar que faltos de riesgo, títulos que nos llegan cada año para convertirse en una logradísima, efectiva y directa crítica al ser humano.
Un supermercado donde se refugian decenas de personas ante la llegada de una misteriosa niebla que encubre a unas horrendas criaturas es el único escenario de la nueva película de Frank Darabont, otra adaptación (la tercera colaboración entre ambos, tras la excepcional "Cadena Perpetua" y "La milla verde") de un relato del instigador del miedo que es Stephen King.
Paradójicamente, el miedo no era el que impregnaba las dos adaptaciones anteriores, serias y adultas historias dramáticas. A la tercera va la vencida, dicen, y ahora por fin Darabont toma un relato de miedo del autor y lo traslada a la gran pantalla, logrando así una impactante revisión de las antiguas películas de serie B (en lo referente a la a priori simpleza del argumento sumado a los precarios efectos de los monstruos) mezclado con todo un trasfondo en que se aprecia un interesantísimo estudio del comportamiento humano.
Unos humanos cuyas acciones se adivinan aún más terribles que las de las criaturas que se ocultan en la niebla, y que cuenta con sus máximos exponentes en la brillante Marcia Gay Harden como fanática religiosa y un Thomas Jane que se cree su papel y lo defiende con notable diligencia (me encanta el detalle de que sea dibujante de carteles de cine). Un selecto elenco de secundarios ayudan a perfilar las distintas reacciones y posturas que el miedo provoca en las personas. Y es aquí donde el filme juega todas sus bazas, no quedándose en la superficie de lo que podría haber sido una cinta palomitera más de bichos carnívoros y correduras varias, sino ahondando en los pensamientos de las víctimas potenciales y creando situaciones verdaderamente escalofriantes que te mantengan en tensión en todo momento (casi, la parte intermedia adolece de una lentitud no del todo deseada). Son cosas como ésta las que hacen a una película digna de verse.
Con un final brutalmente cínico, desesperanzador y caprichoso, Darabont echa el cierre a una estupenda cinta que recupera el misticismo, el misterio y el terror más cotidiano y lo lleva a unos límites insospechados, en que los monstruos dejan de serlo para convertirse en instintivas e inocentes bestias al lado de unos despiadados, sádicos y rencorosos seres: las personas.
Un supermercado donde se refugian decenas de personas ante la llegada de una misteriosa niebla que encubre a unas horrendas criaturas es el único escenario de la nueva película de Frank Darabont, otra adaptación (la tercera colaboración entre ambos, tras la excepcional "Cadena Perpetua" y "La milla verde") de un relato del instigador del miedo que es Stephen King.
Paradójicamente, el miedo no era el que impregnaba las dos adaptaciones anteriores, serias y adultas historias dramáticas. A la tercera va la vencida, dicen, y ahora por fin Darabont toma un relato de miedo del autor y lo traslada a la gran pantalla, logrando así una impactante revisión de las antiguas películas de serie B (en lo referente a la a priori simpleza del argumento sumado a los precarios efectos de los monstruos) mezclado con todo un trasfondo en que se aprecia un interesantísimo estudio del comportamiento humano.
Unos humanos cuyas acciones se adivinan aún más terribles que las de las criaturas que se ocultan en la niebla, y que cuenta con sus máximos exponentes en la brillante Marcia Gay Harden como fanática religiosa y un Thomas Jane que se cree su papel y lo defiende con notable diligencia (me encanta el detalle de que sea dibujante de carteles de cine). Un selecto elenco de secundarios ayudan a perfilar las distintas reacciones y posturas que el miedo provoca en las personas. Y es aquí donde el filme juega todas sus bazas, no quedándose en la superficie de lo que podría haber sido una cinta palomitera más de bichos carnívoros y correduras varias, sino ahondando en los pensamientos de las víctimas potenciales y creando situaciones verdaderamente escalofriantes que te mantengan en tensión en todo momento (casi, la parte intermedia adolece de una lentitud no del todo deseada). Son cosas como ésta las que hacen a una película digna de verse.
Con un final brutalmente cínico, desesperanzador y caprichoso, Darabont echa el cierre a una estupenda cinta que recupera el misticismo, el misterio y el terror más cotidiano y lo lleva a unos límites insospechados, en que los monstruos dejan de serlo para convertirse en instintivas e inocentes bestias al lado de unos despiadados, sádicos y rencorosos seres: las personas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El final, distinto por otra parte al de la novela "The Mist" de Stephen King, nos sienta como un puñal clavado en el pecho, como una caída de bruces en la peor y más horrorosa realidad: el protagonista, tras haber matado a su hijo y tres compañeros más en un intento por salvarles de la atroz muerte que a él le espera, descubre que el ruido de las supuestas criaturas proviene en verdad de unos tanques militares que están consiguiendo acabar con ellas y disipar la niebla.
Un final por tanto "feliz" (los militares salvan al pueblo de la amenaza de las bestias) que se revela como el más trágico y falto de toda compasión y complacencia que hayamos visto últimamente en cines: intentaron escapar, sí, pero eso no oculta el hecho de que ninguno de ellos tuvo valor para escapar de una cárcel aún más aprisionadora y feroz que un supermercado asolado por criaturas de otra dimensión (otro guiño a las producciones de serie B): el miedo.
Un final por tanto "feliz" (los militares salvan al pueblo de la amenaza de las bestias) que se revela como el más trágico y falto de toda compasión y complacencia que hayamos visto últimamente en cines: intentaron escapar, sí, pero eso no oculta el hecho de que ninguno de ellos tuvo valor para escapar de una cárcel aún más aprisionadora y feroz que un supermercado asolado por criaturas de otra dimensión (otro guiño a las producciones de serie B): el miedo.