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Voto de Chris Jiménez:
3
Comedia. Terror El doctor Abronsius y su ayudante Alfred, viajan por Transilvania para confirmar una teoría que afirma la existencia real de los vampiros y que tropieza con el escepticismo de sus colegas de la Universidad de Könisberg. Se detienen en una posada, cuyas paredes y ventanas están cubiertas de ristras de ajos, pero tanto los parroquianos como el posadero afirman que no existe ningún castillo por los alrededores y justifican la presencia de ... [+]
15 de junio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia que data de siglos y siglos atrás, que los más viejos del lugar narran a sus hijos cuando se portan mal para que tiriten de miedo, pues de miedo, de puro terror, es esta aventura en una lejana Transylvania para viajar al corazón de la fuerza vampírica...

Terror sintió mi ser desde la espina dorsal hasta el dedo gordo del pie; no uno, sino varios escalofríos me recorrieron al ponerme frente a tal horrible concepción de una leyenda sobre vampiros convertida en farsa sin compasión. ¿Qué sucede?, yo estoy ahí, veo mi reflejo, pero no el suyo, ¿dónde está, sr. Polanski?, ¿por qué sólo ha quedado el rastro humeante y viscoso de su sombra en el espejo? Y eso que "Cul-de-Sac" es una de sus obras más desafiantes, remate entre la "nouvelle vague" y el "noir" norteamericano a su audacia creativa que ya se había ganado a pulso con "Repulsión".
Entonces se le subieron los humos, como a cualquier autor ambicioso que tiene el Mundo a sus pies y sabe que hay gente dispuesta a invertir en lo que pida. Martin Ransohoff agita la varita que le concede un gran despliegue de medios, equipo numeroso y presupuesto abultado, con la posibilidad de rodar en localizaciones de Italia e Inglaterra, si bien surgen algunos problemas durante la costosa coproducción internacional, lo que lleva a modificar programas de rodaje y el guión, firmado de nuevo por la dupla Polanski/Gérard Brach. El director, que también ejerce de actor, vive en una especie de sueño donde pese a todo deja volar su imaginación y su alma.

Esa sensación de cuento sobrevuela durante una preciosa secuencia de apertura narrada, bajo la Luna europea, en un rincón remoto y con una divertida presentación de los héroes: un chiflado científico (irreconocible Jack MacGowran) y su torpe ayudante (el mismo Polanski), congelados durante el viaje y bajo un signo de mal presagio al ser atacados por una jauría de perros. Y aquí acaba todo. La extraña estructura trae recuerdos del clásico "Alarma en el Expreso", que también se detenía largo tiempo en el hotel de una región desconocida antes de viajar, en su segunda parte, al tren que sería escenario único de la intriga.
Pero donde Hitchcock acertaba en su farsa de toques "screwball" abriendo un mosaico enorme de pintorescos personajes, Polanski falla pues el interés sobre los suyos va muriendo mientras más minutos ocupan en pantalla, y las situaciones que imagina dentro de esa posada donde los protagonistas deben descansar se apegan a un humor estúpido y sin gracia basado en caídas y tropiezos y cierto leve erotismo zafio. Aquí las personas hablan poco y cuando lo hacen no interaccionan realmente, sólo dicen lo que piensan o revelan un suceso que va a ocurrir antes de que ocurra (o peor aún, comentan un suceso ya ocurrido), llevando a un estiramiento de metraje innecesario y que ralentiza el ritmo hasta lo irritante.

Se supone que estamos ante un Van Helsing y su asistente de tebeo, y es por la intención de parodia del terror clásico, o más bien de la vertiente gótica-"pop" engendrada desde Hammer y las obras de Terence Fisher; se aprecia en la estilizada puesta en escena, a todo color por primera vez en la carrera del polaco, el exquisito diseño artístico de Fred Carter y esa atmósfera sombría, romántica y melancólica. ¿Qué la estropea? El lado cómico, la evidente falta de coherencia narrativa y de las acciones de los personajes, unido a una horrenda falta de química entre ellos y sus diálogos, insulsos hasta la náusea.
De repente, una luz entre tinieblas: el hipnótico, bellísimo rostro de Sharon Marie Tate, recomendada por Ransohoff y de la cual Polanski se empezó a enamorar a no mucho tardar. Su conversión vampírica y secuestro, de sello Hammer, deslumbra por su elegante violencia e iluminación, incentivo para que la estrambótica pareja viaje al castillo de esa versión británica de Drácula, Von Krolock. La ambientación sigue siendo lo mejor, pero después de un tramo en la posada que parecía no acabar nunca, el sinsentido aumenta igual que el tedio, empezando por una cálida bienvenida del conde a los protagonistas, quienes acaban de allanar su morada (¡¿pero a cuento de...?!).

No mejora la situación porque el dúo Abronsius/Alfred no hace absolutamente nada, carece de un cometido. No resuelven enigmas ni investigan, sólo son víctimas de su propia imbecilidad (hora y media y aún se tropiezan), incluso cada uno se distrae con sus preocupaciones y se olvidan de que hay una trama y una misión: el rescate de Sarah. La carencia de ritmo, más que aburrir, pone de los nervios, y sinceramente un servidor ha disfrutado de las viejas comedias sobrenaturales de Abbott y Costello, a cuyos "gags" a veces remiten los mal creados por Polanski, que no sabe articular el humor ni plantear su fluidez por el espacio.
Todo pasa por accidente y no posee una intención sobre la historia, lástima desperdiciar un escenario y una ambientación tan elaborados. Ni el maldito baile de los vampiros, muy difícil en su filmación, logra fascinarme; únicamente rescato la divertida secuencia de las abusivas artimañas de seducción del hijo de Von Krolock a Alfred, a quien el director interpreta con un tartamudeo y una indecisión desquiciante. Ferdy Mayne es una versión decente y atractiva de Drácula y Tate la perla en este oscuro abismo de humor oligofrénico y hastío generalizado, sin suspense, sin terror, sin intriga, vacío. Huelga decir que durante un tiempo circuló un montaje mutilado del film de parte de los señores de MGM, lo que enfureció a Polanski...

Con sinceridad no creo que nada pueda ser peor ni más soporífero que la versión original; algunos la llaman "incomprendida", "infravalorada", sólo porque su artífice es quien justo después haría la mítica "La Semilla del Diablo".
¿Pero quién puede comprender el sentido de ser de esta pésima anti-parodia del horror gótico y la mitología vampírica? Imagínenla realizada por Stanley Donen, Mel Brooks, Charles Crichton o Blake Edwards...¡entonces sí sería una auténtica comedia!
Chris Jiménez
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