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Voto de Chris Jiménez:
8
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga Año 2035. Tras la epidemia provocada por un virus asesino que ha matado a millones de personas, los supervivientes se refugian en comunidades subterráneas, húmedas y frías. El prisionero James Cole se ofrece como voluntario para viajar al pasado y conseguir una muestra del virus, gracias a la cual los científicos podrán elaborar un antídoto. Durante el viaje conoce a una bella psiquiatra y a Jeffrey Goines, un excepcional enfermo ... [+]
9 de noviembre de 2017
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"Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales...sólo se dan a conocer más tarde, cuando muestran sus cicatrices".
El doloroso presente vuelve a ser solamente el eco de una visión de desastre proyectada desde el pasado, o un sueño que ya se vivió en el futuro. ¿No he vivido yo esto antes?...

El doloroso presente tiene lugar en el aeropuerto de Orly, el eco es el restallido de un disparo contra el pecho de Davos Hanich, y el hermoso pero contraído rostro por el horror de Hélène Chatelain es el sueño jamás alcanzado, hecho añicos por la sombra del pasado; instante catártico de la "nouvelle vague", del arte de Chris Marker, del cine francés, del cine de los '60 y del cine universal, impreso en imágenes bellamente fotografiadas en blanco y negro que atraparon al productor Robert Kosberg y más tarde al guionista que "humanizó" el borrador de "Blade Runner", David Peoples, y su mujer, Janet.
Aunque el bueno de Terry Gilliam no tuviera ni idea de quien era el nativo de Ile de France ni de su trabajo, sin duda sería el indicado para pasar aquella fatal historia romántica desarrollada a partir de un escenario post-apocalíptico por el filtro de su imaginación desbordante de ideas y su estilo visual único, y eso que se encontraba en una posición incómoda: por un lado no deseaba anclarse en la lógica del sistema de Hollywood al tener que ponerse al servicio de Universal, con quienes había tenido serios problemas por culpa del montaje final de "Brazil", y por otro ya pertenecía a él gracias a la buena recepción de "El Rey Pescador", fantástica obra que volvió a ponerle en primera línea de la industria.

Contar con un reparto principal de altura le garantiza todas las exigencias. El presupuesto moderadamente alto permite a este visionario hacernos parte de un futuro de desolación, pero donde la 3.ª Guerra Mundial anterior es una pandemia como causa de tal desastroso panorama, recuperándose, eso sí, la civilización subterránea donde severos científicos utilizan a presos para organizar desesperados viajes temporales con tal de dar con alguna pista que tergiverse la catástrofe ya sucedida. Bruce Willis como James entra en este universo orgánico, aberrante y minuciosamente construido por el director, Jeffrey Beecroft y William Skinner, dinamitando su perfil de héroe al que tanto se le asociaba en aquellos años.
Esta oscuridad encuentra una primera salida al igual que la de Hanich tres décadas antes, y la luz y la pureza del aire exterior están encarnados en Madeleine Stowe, menos misteriosa que Chatelain pero cuya presencia forma realmente parte de la intriga al ser la psiquiatra encargada del protagonista. Si bien la idealización romántica en "La Jetée" surgía de la idea del viaje temporal como una experiencia mental inducida por la maquinaria científica, el fuerte vínculo nada casual entre ambos personajes persiste, así como la tragedia de su amor y su destino, tejido entre sueños, soñado entre recuerdos, unidos desde siempre a partir de una quimera imposible de descifrar.

La línea del tiempo quebrada por las mismas referencias a la "hitchcockiana" "Vértigo" (aquí literales), la imposibilidad de hallar un origen al misterio y de luchar contra las reglas del universo, la confusión entre realidad y apariencia, todo ello se mantiene...pero el argumento para Marker no era lo más importante; al carecer su obra de él, los Peoples dan una dimensión mayor a la pareja en fuga e introspeccionan en su psicología y emociones, mientras Gilliam añade su clásico delirio, colorido surrealista y retorcido humor negro a un pasado y futuro de monstruos, extraños individuos, cinismo, ultraviolencia y devastación de la humanidad por culpa de los avances tecnológicos y científicos.
Contra ese mundo están los inesperados héroes (más cercanos a Kyle Reese y Sarah Connor que a los anónimos enamorados de Marker), pero también ese tercero en discordia, invención absoluta, interpretado por un Brad Pitt desquiciado, gesticulante, "jimcarreyzado", que se merienda la pantalla y al resto de sus compañeros con cada aparición; a partir de su Jeffrey (y la reinvención de un puzzle de Samuel Lloyd) se crea la gran subtrama que da auténtico cuerpo a la película...¿o deberíamos hablar de un "macguffin" maliciosamente engañoso, que juega al puro despiste, que se desarrolla en paralelo a la historia principal, como fuera de lugar?

Y que no obstante sorprende el ingenio con que está integrado en ella y en la vida y los recuerdos de James. Con Pitt de hijo de un eminente virólogo y rabioso líder revolucionario (que presagia al Tyler de "El Club de la Lucha"), "12 Monos" se destapa con una crítica ácida sobre la búsqueda de la conciencia social en un mundo caduco, depredador y consumista, al margen y a la vez ligada a la huida de la pareja, guiados por la mayor de las pistas falsas, pues es a razón de ella que la misión del protagonista y los esfuerzos de los ineptos científicos están condenados al fracaso.
Con los sueños de James tergiversando su significado de forma constante, atrapado en el "síndrome de Cassandra" y un más que probable desmoronamiento mental (otro cambio: los seres del futuro que guiaban a Hanich al pasado son ahora una voz de origen desconocido...) reducen a Willis a un rol débil, indefenso y conmovedor, tanto más al saber el futuro (o el pasado) que le espera. Stowe resiste con su emotivo papel a través de una evolución de personalidad perfectamente descrita por los Peoples (de cínica racional a paranoica fugitiva que se deja arrastrar por su corazón).

Sin creerlo nadie, ésta se convirtió en una de las obras más exitosas de Gilliam y, por consiguiente, en un clásico instantáneo del género (pese a resultar inclasificable) y de la década de los '90.
Se debe destacar la interpretación de Pitt por encima de las del resto, desde su ya legendaria presentación en el manicomio, largo tramo inscrito en la más bizarra y absurda imaginería "gilliamiana" que posee instantes memorables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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