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Voto de Chris Jiménez:
4
Thriller. Acción Nick Styles, un policía joven y ejemplar, lleva a cabo una operación relámpago en plena calle contra Earl Talbot, un psicópata asesino. Un videoaficionado graba toda la operación y la vende a todas las cadenas del país. Gracias a ello la popularidad del joven policía se dispara y en una carrera meteórica acaba siendo nombrado fiscal del distrito. Pero su vida se complica cuando Earl Talbot sale de la cárcel, después de haber elaborado ... [+]
13 de febrero de 2024
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Cuando un policía se cruza en el camino de un psicópata éste hará de él su mayor obsesión hasta destruirle y no quedar nada salvo las cenizas.
Se puede afirmar que pocas veces presenciaremos una venganza de dicho psicópata tan retorcida y cruel posible como la presente en "Ricochet"...

De veras que un servidor estuvo gran parte de la película sufriendo por el pobre Denzel Washington, un hombre íntegro, bueno, dedicado a la justicia, al ver cómo iba pudriéndose en las garras de ese hijo de Satanás encarnado por el peor John Lithgow que pueda haber existido nunca. Lo que no imagino es a Harry Callahan como víctima de este imparable maltrato físico, emocional y psicológico...y es que el sr. Fred Dekker, guionista y director de culto obligado para los fans del terror, consideraba que la saga del célebre inspector de San Francisco había ido cuesta abajo desde su 2.ª entrega (en mi opinión "Impacto Súbito" es la mejor después de la original...), así que imaginó una historia que viajara a las mismas raíces.
Lo curioso, teniendo en cuenta la terrible "La Lista Negra", es que Eastwood rechazase el borrador por su violencia y carácter grotesco. También es irónico el nombre que quedó en el luego modificado guión, "Ricochet", pues fue a parar a diversas manos gracias al "rebote casual": de las de Dekker a las de Joel Silver, a las de Eastwood, de regreso a las de Silver y en último lugar a las de Russell Mulcahy, que había dirigido para él varios episodios de "Tales of the Crypt" y, la verdad, estaba a falta de un milagro tras ese desastre de proporciones colosales que fue la secuela de "Los Inmortales".

Aunque sinceramente no sé yo si este producto, me atreveré a decir "inclasificable", sirve para redimir a nadie. Bueno, de primeras se enmarca en los límites de un rutinario "thriller" policíaco, donde Styles es el clásico tipo afable, que sabe conquistar a las mujeres y dedicado a su labor, un héroe de sobremesa. Blake aparece de la nada, como el John Ryder de "Carretera al Infierno"; hay mucho de Rutger Hauer en su destructivo personaje aunque no sale del esquema de los villanos psicóticos que ha interpretado para DePalma...y sí, también hay mucho de DePalma en la película.
Esto aflora tras la primera de las infinitas vueltas de tuerca con las que mareará el no mejorado guión de Steven de Souza: Blake es detenido con uno de esos trucos que un agente jamás haría en la vida real, y a partir de entonces la trama hace algo no muchas veces tratado en el género: registrar el ascenso del héroe y a la vez la caída del villano. Mientras Styles se convierte en ayudante del fiscal también nos acercamos a la planificación de la venganza de Blake y su odio creciente; pero el maniático uso de las tremendas elipsis es un gran fallo, dando a entender que la caracterización dramática y realista no importa, sólo los instantes de tensión dados por los pasos del villano que le van acercando a su enemigo.

Uno de ellos es una lucha contra otro preso donde Mulcahy recuerda con mucha nostalgia y poca vergüenza los días de "Los Inmortales". Hay muy poca vergüenza por aquí, la que en inversa proporción sufre el espectador al contemplar las acciones de un desatado Blake para llegar a Styles una vez logra fugarse de prisión. Gracias a las elipsis y los agujeros de guión se acerca cada vez más a él, ¡maldito De Souza!; entre tanto el australiano nos ha llevado al nivel más desapacible y perturbador del "psychothriller", con su uso hiperestilizado de las atmósferas (realmente deudoras de DePalma y Mann) y ciertos instantes de violencia y extrañeza que lo acercan todo al horror.
Un "horror noir” más propio de mitad de los '80 que haría de "Ricochet" el perfecto coetáneo de "Manhunter", "En la Cuerda Floja" o "Doble Cuerpo". La trama desde su segunda mitad, una revisión de "El Cabo del Terror" poco antes de realizar Scorsese el famoso "remake", se basa en la opresión de Blake a Styles en su deseo por destruir su bien ganada carrera; si la lógica se aplicara un poco estaríamos ante un "thriller" metódico, pero dicha trama se desvía por caminos tan alucinógenos que sólo nos queda una expresión de incredulidad imposible de cambiar.

¿Cómo reaccionar de otro modo ante la cantidad de locuras que De Souza y Mulcahy van acumulando en tan poco tiempo? Invasión del hogar, difamación, abuso sexual, acoso, drogadicción, corrupción, pedofilia, malversación, prostitución, ¿cuál es el límite de la manipulación de la verdad? Tantos encuentros y desencuentros, giros, muertes repentinas, el juego de tortura al que se somete al héroe (con un tramo de secuestro copiado de la secuela de "The French Connection") no tiene parangón ni hay quien se crea el grado de disparate al que llega la sucesión de sorpresas (¡en comparación Robert DeNiro es un monaguillo en "El Cabo del Miedo"!).
Mientras se comenta sin pelos en la lengua el modo en que los altos cargos crean héroes del pueblo con la misma facilidad y rapidez con la que los destruyen, el riesgo formal y la puesta en escena ha llevado el suspense a terrenos malsanamente surrealistas. Washington se revuelve febril hasta quedar exhausto, igual que Lithgow, que se esfuerza mucho para que nos creamos su papel...pero no hacía falta llegar a estos extremos, y menos para deleitarnos con una última parte que vuelve al rutinario y previsible cine policíaco, combinando secuencias de acción impactantes con torpísimas conveniencias de guión (qué bien que el protagonista tenga tantos amigos "fuera de la ley", ¿verdad?)

Poquísimas veces he contemplado una divagación tan excesiva, tan fuera de sí misma, en este tipo de "thrillers", el viaje de sadismo y sombrío melodrama es tan absurdamente increíble (en la liga de Argento, señores, fíjense) que "Ricochet" se merece un aplauso sólo por su inventiva.
Pero hubiera sido mejor elegir a un cineasta más contenido y especialista del género; un Mike Figgis, un John Dahl o un Curtis Hanson, por ejemplo. Nos habría quedado al menos un film decente.
Chris Jiménez
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