Pese a lo incómodo del marco en el que se ambienta este film (la siempre controvertida Guerra Civil Española), el director consigue crear un argumento paralelo tan exquisito que comienza fluyendo como afluente de un gran río y termina por convertirse en el océano central en el que se concentran todas las miradas.
Desde mi punto de vista, pues, no estamos ante una película sobre la Guerra Civil, sino ante un bello y mágico entramado de ficción y realidad en el que se entrecruzan trágicamente los destinos de los protagonistas. En este fantástico (léanse los dos sentidos principales del término) escenario, los personajes se erigen con soberbia autenticidad; aunque quizá casi todos ellos adolecen de simplicidad, es precisamente este mismo rasgo el que los eleva a caracteres de fábula.
Con todo, a mi juicio, el papel más interesante es el de Mercedes (una inusitadamente sólida Maribel Verdú), por su poliédrica complejidad; amén de ser el más creíble y el que más encarna los valores de la resistencia guerrillera, su mayor virtud radica en el coraje latente tras su aparente vulnerabilidad. Sin desmerecer a los siempre acertados Sergi López (tanto más odioso cuanto contenido en la expresión de su crueldad), Álex Angulo (entrañable) y Ariadna Gil (adorable hasta en su victimismo), es necesario ponderar el excelente trabajo de Ivana Baquero, hilo conductor de la trama y lamentable constatación de que los héroes no tienen cabida en un mundo tan injusto como éste.