Bien hecha y llena de psicología y sentimentalismo. De la mano de Charles Perrault (quién tomó la historia de diversas fuentes como "La leyenda Ródope", e hizo que se transmitiera a los Hermanos Grimm para que éstos hicieran una versión algo desagradable), "La Cenicienta" de Walt Disney es uno de los clásicos animados que más se conocen y recuerdan dentro de su propia factoría. Si alguien dice la palabra "cenicienta", en seguida se la asocia con la película animada; algo así pasa con "Blancanieves", "Pinocho", "La Bella Durmiente"... Los escenarios encajan con el momento que se representa en ellos y los personajes están trazados como deberían estar (aunque no me convence mucho el príncipe, quien está en un segundo plano). Entre ellos están la madrastra (que podría ser peor que el mismo diablo o ser la personificación de éste) y Lucifer, un despiadado y gordo felino que hace cualquier cosa para hacerle la vida imposible a la protagonista y devorar a los amigos de ésta, los ratones. La malvada mujer y su mascota encajan perfectamente en la lista de villanos más despreciables de la casa Disney. Si me encargaran hacer y escribir el orden del reparto, pondría a los ratoncitos por detrás de la protagonista; luego irían la Madrastra y las hermanastras, tras ellas el Rey y el Gran Duque (que aportan una pizca de humor), Lucifer, el Hada Madrina, los demás animales y, por último, el príncipe. También diría que, aunque los ratones, los animales de granja y el Hada están para socorrer a Cenicienta, la protagonista se salva a sí misma a través de ellos al conservar siempre la bondad (ayudando a sus amigos, cumpliendo con paciencia sus tareas...). Con su actitud se gana aliados. Una moraleja así vemos en el remake de Branagh que no llega a superar al filme de dibujos animados pese a sus efectos especiales, el grupo de actores, la ampliación de la trama...aunque sí es aceptable la música de Patrick Doyle. Este clásico de los 50 no debería quedarse en el olvido.