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Voto de Alvin Straight:
6
6,5
69.486
Thriller. Intriga
Johnny Boz, antiguo cantante de rock y propietario de un nightclub de San Francisco, aparece brutalmente asesinado en su cama. La última vez que se le vio estaba con su novia, Catherine Tramell, una atractiva escritora de novelas de intriga. El agente Nick Curran, que atraviesa un mal momento, pues acaba de desintoxicarse de su adicción al alcohol y a las drogas, recibe el encargo de vigilar a Catherine, principal sospechosa del crimen. (FILMAFFINITY) [+]
23 de agosto de 2007
269 de 410 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no me incumbe para nada cualquier aspecto técnico de esta película. Me importa el contexto y me importa Sharon Stone. Y el paso definitivo para hacer una crítica de esta película y no de, por ejemplo, 'Este poli es un panoli', viene dado tras ver escrito el nombre del grupo de hxc melódico 'Bad Religion' con tilde en la o en una crítica de otra película de este mismo director. Confieso que me flipan estos detalles. Del mismo modo también disfruto con el usuario que comienza sus críticas con un "Hola". Joder, este tipo de golpes de humor, muchas veces involuntarios, son de los que me alegran las mañanas.
CONTEXTO: La primera mitad de los 90 se recuerda, fundamentalmente, por una lucha trepidante entre dos grandes amantes de la belleza femenina y por qué no decirlo, de los buenos coños.
En una esquina del cuadrilátero tenemos a Paul Verhoeven, el holandés salido. En sus inicios le gustaba filmar escenas tórridas en películas que no tienen el menor interés, excepto si tu nick es Grandine. Luego le dio por la ciencia ficción violenta y con supuesto mensaje, rollo Desafío Total o Robocop, para volver en los 90 con lo que más le hacía feliz: los chochitos.
En la otra esquina del cuadrilátero tenemos a Andrew Stevens, un "hijo-de" que consiguió, por enchufe, trabajar en algunas películas notables. Al lado de actores de gran talento se dio cuenta que era un paquete... un gran paquete lleno de mierda como actor. Entonces este visionario se puso manos a la obra. Primero, pasando olímpicamente del estrellato y de mejorar como actor, mientras fileteaba con playmates en películas de medio pelo, y más tarde montándose en el dólar como productor de, entre otras tonterías: "Los Elegidos", "Campo de batalla: la Tierra", "El arte de la guerra", "Falsas apariencias" o "Cosas que diría con sólo mirarla".
En 1990, Andrew Stevens estrena, por decir algo de una película que fue directamente a los videoclubs y a las madrugadas de Tele5, 'Obsesión en la oscuridad', que escribe y protagoniza para su propio gozo. En ella, y sus posteriores secuelas, hace de vigilante de seguridad en casas de lujo. En el papel femenino, siempre hay una rubia atractiva sospechosa de haber cometido algún tipo de delito, con grandes dotes para la psicología, la manipulación y el noble arte de follar. Y por supuesto, acaba embaucándole. Son un tipo de películas cuya finalidad es ofrecer carnaza para wankers primerizos o viejos verdes. Y, efectivamente, hacia la segunda mitad de los 90 yo representaba al primer sector, cuando Andrew Stevens se ventilaba a esa gran MILF llamada Shannon Tweed y repetía una y otra vez la misma fórmula con títulos como "Seducción sin límite", "Sueños prohibidos", "Venganza de mujer", etc., casi siempre con sus respectivas secuelas-fotocopias.
-sigue abajo-
CONTEXTO: La primera mitad de los 90 se recuerda, fundamentalmente, por una lucha trepidante entre dos grandes amantes de la belleza femenina y por qué no decirlo, de los buenos coños.
En una esquina del cuadrilátero tenemos a Paul Verhoeven, el holandés salido. En sus inicios le gustaba filmar escenas tórridas en películas que no tienen el menor interés, excepto si tu nick es Grandine. Luego le dio por la ciencia ficción violenta y con supuesto mensaje, rollo Desafío Total o Robocop, para volver en los 90 con lo que más le hacía feliz: los chochitos.
En la otra esquina del cuadrilátero tenemos a Andrew Stevens, un "hijo-de" que consiguió, por enchufe, trabajar en algunas películas notables. Al lado de actores de gran talento se dio cuenta que era un paquete... un gran paquete lleno de mierda como actor. Entonces este visionario se puso manos a la obra. Primero, pasando olímpicamente del estrellato y de mejorar como actor, mientras fileteaba con playmates en películas de medio pelo, y más tarde montándose en el dólar como productor de, entre otras tonterías: "Los Elegidos", "Campo de batalla: la Tierra", "El arte de la guerra", "Falsas apariencias" o "Cosas que diría con sólo mirarla".
En 1990, Andrew Stevens estrena, por decir algo de una película que fue directamente a los videoclubs y a las madrugadas de Tele5, 'Obsesión en la oscuridad', que escribe y protagoniza para su propio gozo. En ella, y sus posteriores secuelas, hace de vigilante de seguridad en casas de lujo. En el papel femenino, siempre hay una rubia atractiva sospechosa de haber cometido algún tipo de delito, con grandes dotes para la psicología, la manipulación y el noble arte de follar. Y por supuesto, acaba embaucándole. Son un tipo de películas cuya finalidad es ofrecer carnaza para wankers primerizos o viejos verdes. Y, efectivamente, hacia la segunda mitad de los 90 yo representaba al primer sector, cuando Andrew Stevens se ventilaba a esa gran MILF llamada Shannon Tweed y repetía una y otra vez la misma fórmula con títulos como "Seducción sin límite", "Sueños prohibidos", "Venganza de mujer", etc., casi siempre con sus respectivas secuelas-fotocopias.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es en esa época cuando Paul Verhoeven ya está consolidado en Hollywood y cuando ve la luz tras contemplar la antes mencionada 'Night Eyes'. Mete a Michael Douglas de protagonista, un tipo que se parece a Andrew Stevens, tanto físicamente como en su vertiente de follador compulsivo ('Atracción Fatal'), y a una Sharon Stone, que la estaba rompiendo ya con papelones en películas como 'Acción Jackson' (con Carl Weathers, el contrincante de Rocky en las dos primeras partes de la saga) o 'Por encima de la ley' (con Steven Seagal y su repertorio de llaves de judo, aikido, sudoku o lo que cojones practique el gominitas), y que además, ya había trabajado con Verhoeven en 'Desafío Total'. Así que tiene la película casi hecha. Con más presupuesto y la trama algo más currada, pero básicamente el mismo patrón del género que popularizó Andrew Stevens.
¿Es verídico todo esto? Pues seguramente no porque, aunque los datos sí que no me los he sacado de la manga, la hipótesis es fruto de un cerebro curtido a base de mierda de todo tipo, pero en el cual todas las piezas de este -por el momento- cuento chino encajan a la perfección.
SHARON STONE: Olvídense de Kim Novak, Rita Hayworth, Jean Simmons o más recientemente de Jessica Lange, Madeleine Stowe, Joan Severance, Kim Basinger, Rebecca Romjin o Scalextric Johansson. Sharon Stone juega en otra división en la liga de femmes fatales del cine. No tiene rival. Hasta su llegada a las pantallas (y especialmente desde 'Instinto Básico') al pene se le conocían dos estados: flácido y erecto, más el término medio llamado coloquialmente 'morcillón/a'. El siguiente estado es el jodido límite, no me atrevo a ponerle nombre: la zona en carne viva, el músculo que se va quedando sin tejido, el frenillo se va a tomar por culo, el escroto se desgarra como una bolsa del Carrefour cuando metes más peso del que puede aguantar y el vello púbico sale despavorido por temor a que todo explote. Poquísima broma con esta actriz, que ha conseguido, entre otras cosas, que le ponga un 6 a esta gran mojonada de película. En la segunda parte debe andar por los 50 y -aún sacándome unos 25 años- sigue desprendiendo la misma fuerza y el mismo encanto, aunque dicha secuela sea mucho peor que ésta.
Y, tanto en el famoso cruce de piernas, como a lo largo de toda la película, fíjense en sus ojos, en el empuje de su mirada y en cada gesto facial, absolutamente dignos de estudio, que es donde reside toda la fuerza del personaje. Parece mentira que esta crítica haya acabado con una frase así después del rollazo de enfermo mental que he soltado.
¿Es verídico todo esto? Pues seguramente no porque, aunque los datos sí que no me los he sacado de la manga, la hipótesis es fruto de un cerebro curtido a base de mierda de todo tipo, pero en el cual todas las piezas de este -por el momento- cuento chino encajan a la perfección.
SHARON STONE: Olvídense de Kim Novak, Rita Hayworth, Jean Simmons o más recientemente de Jessica Lange, Madeleine Stowe, Joan Severance, Kim Basinger, Rebecca Romjin o Scalextric Johansson. Sharon Stone juega en otra división en la liga de femmes fatales del cine. No tiene rival. Hasta su llegada a las pantallas (y especialmente desde 'Instinto Básico') al pene se le conocían dos estados: flácido y erecto, más el término medio llamado coloquialmente 'morcillón/a'. El siguiente estado es el jodido límite, no me atrevo a ponerle nombre: la zona en carne viva, el músculo que se va quedando sin tejido, el frenillo se va a tomar por culo, el escroto se desgarra como una bolsa del Carrefour cuando metes más peso del que puede aguantar y el vello púbico sale despavorido por temor a que todo explote. Poquísima broma con esta actriz, que ha conseguido, entre otras cosas, que le ponga un 6 a esta gran mojonada de película. En la segunda parte debe andar por los 50 y -aún sacándome unos 25 años- sigue desprendiendo la misma fuerza y el mismo encanto, aunque dicha secuela sea mucho peor que ésta.
Y, tanto en el famoso cruce de piernas, como a lo largo de toda la película, fíjense en sus ojos, en el empuje de su mirada y en cada gesto facial, absolutamente dignos de estudio, que es donde reside toda la fuerza del personaje. Parece mentira que esta crítica haya acabado con una frase así después del rollazo de enfermo mental que he soltado.