En esta película antiNavidad, muy en la línea de otras como El GRINCH, pero con muchísimo menos encanto, nos encontramos con el eterno problema de mezclar dos géneros. Aquí, la comedia es más hilarante que el terror, apenas inexitente, y con personajes que sí que dan su lado cómico con mucha más facilidad que el lado tenebroso. Adolece, en cualquier caso, de espontaneidad: casi adivinamos el siguiente diálogo de la siguiente secuencia en todas las ocasiones. El personaje del padre está interpretado por un actor insulso, el de la abuela, que unas veces habla en un siniestro dialecto europeo y otras en un inglés con acento de postguerra, es hilarante y en vez de provocar miedo, provoca risa. La comedia la salvan los personajes de la familia invitada, en especial un magnífico D. Koechner y una irónica y brillante Conchata Ferrell. Por lo demás, olvidable, incluso con un final bastante meritorio y que está por encima de la media de las comedias y terrores americanos.