En esta edad de oro de las series, me resistía a ver alguna de las que estaban siempre en boca de los críticos y de los aficionados calificándola como de lo mejor que se había hecho en este mundo de las series. Me incorporé tarde y muy escéptico ante la calidad de la serie ante la calidad del cine convencional, largometrajes que se estrenan en grandes salas. Es lo que tiene ser un poco cultureta y pedante. Pues bien, me pongo a ver series y, claro, me engancho. Me engancho con series como MAD MEN, como JUEGO DE TRONOS. Y llego de rebote y casi por hartazgo de tanta alabanza a esta serie. 5 temporadas maravillosas, con calidad cinematográfica, guiones en algunos episodios maravillosos y en otros buenos o muy bueno. Grandes actores, cada temporada y cada episodio es una obra magna del cine. Porque es cine, eso está claro. La historia del enfermo de cáncer que se convierte en químico y traficante de drogas para acabar siendo una especie de megalómano del hampa es, sencillamente, magisgtral. Un 9, cerquita del 10, para esta gran creación de Gilligan. Nunca olvidaré el Toyota tan feo que Cranston pasea las primeras temporadas.