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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama. Romance. Intriga Tres cineastas estadounidenses descubren a una extraordinaria bailarina llamada María Vargas. Sin perder ni un minuto, se trasladan a Hollywood y lanzan a la desconocida al estrellato. Kirk, el productor de sus películas, corteja en vano a María. Ella, para humillarle, accede a acompañar al multimillonario Bravano en un crucero por la Riviera. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andar descalzo, puede simbolizar el deseo de vivir ligero de equipaje o echar raíces sobre la tierra con el propio ser y con el alma desnuda de atavismos. Andar descalza, puede significar también la transparencia, el compromiso con la autenticidad y con la original naturaleza humana. María Vargas, sabe de todo ésto. Lo lleva en la sangre aunque se crio en un pueblecillo español lleno de carencias y en un hogar donde, sólo su padre y su hermano le daban afecto, porque su madrastra les hizo difícil la existencia.

María baila en un club nocturno, pero conoce al dedillo los límites de su actividad y no cede a propuesta alguna donde su integridad pueda comprometerse en lo más mínimo. Sumado su fuerte carácter a su esplendorosa belleza, ella resulta la clase de mujer de la que se enamoraría cualquier hombre. El director y guionista, Joseph L. Mankiewicz, define su carácter con rasgos muy precisos y con el más pleno conocimiento de lo que es la mujer ideal. Creo que nadie, pero, en especial ninguna chica, debería perderse la oportunidad de conocer a éste magnífico ejemplar.

Después, a esta cenicienta se la relaciona con varios hombres que definirán su destino. El primero, un director de cine, Harry Dawes (impecable, Humphrey Bogart) quien se convertirá en su guía y su mejor amigo, en su camino hacia el estrellato. Kirk Edwards, es el arrogante productor que servirá de base para una acerba crítica contra el mundo hollywoodense y el cual hará de, Dawes, un pequeño Fausto ante su afán de triunfo en la profesión; y entre otros, Vincenzo, Conde de Torlato-Favrini, quien hará de la cenicienta una condesa y la llevará hasta la definición de su destino; y cabe mencionar a aquel humilde guitarrista medio fantasmal que, mientras María es asediada en vano por “poderosos” hombres, es el único que disfruta de los favores afectivos y económicos de su amiga.

Contada en un largo flashback -en un estilo que se asemeja a, "The Miracle of the Bells" (Irving Pichel, 1948)- con una brillante y eficaz narración por parte de aquellos que determinaron el rumbo de María, <<LA CONDESA DESCALZA>>, es una apreciación muy íntima de lo vivido en el mundo del cine por su director, Joseph L. Mankiewicz, y como es habitual en los guiones escritos por él, la historia se enriquece con su enorme fluidez en esos diálogos donde aplica todo su bagaje psicológico y su rico conocimiento de las relaciones interpersonales.

Parece haber también una clara remembranza de la vida de la actriz, Rita Hayworth y sus amores con Howard Hughes, el rey Faruk y otros, pero, siento que, lo más apreciable de la película, es ese bello perfilamiento de la dignidad, que se sobrepone a todo lo material con que la gente comúnmente se obnubila.

María Vargas, la auténtica, conocida como, María D’Amata, en el afán despersonalizador del cine; o como, María Condesa de Torlato-Favrini, en la aparente recompensa por su lucha, es la clase de mujer que se guarda para siempre en la memoria.
Luis Guillermo Cardona
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