Nunca, en mi ya larga vida, he conocido a un rey o a un emperador… y tampoco me interesa conocerlo porque, admito que nunca he podido entender claramente para qué sirve un rey de los de ahora. Lo que sí puedo decir, es que he conocido a muchos reyes y emperadores cinematográficos. Imagino que, la mayoría de ellos, exagerados en su comportamiento malvado para darle altura al drama o bien pulidos para enamorarnos y dejar limpia su imagen.

En cualquier caso, el rey del que tengo el mejor recuerdo es, Ludwig II de Bayern (o Baviera). Me impactó su personalidad cuando lo vi en la película de Luchino Visconti, “Ludwig” (1973); y ahora que logro ver la versión que hiciera, 18 años antes, el alemán Helmut Käutner, me complace saber que ambos directores sienten admiración y un gran respeto por su personaje y, en general, coinciden en los hechos históricos que cuentan, aunque es claro que cada uno se tomó ciertas libertades.

En lo relativo a la ambientación, fue de un gran valor histórico que, la Casa Wittelsbach, hubiese concedido permiso para filmar una larga secuencia en los auténticos castillos que construyó el rey Ludwig: el Hohenschwangau, el Neuschwanstein y el castillo de Herrenchiemsee, pudiendo así apreciar la majestuosidad y la abundancia de obras que prueban la gran pasión que, por el arte, sentía el gobernante. En general, el alto presupuesto de esta producción permitió rodar en los lugares reales donde se movió el rey, lo que incrementa la autenticidad de la historia.

La fotografía del calificado, Douglas Slocombe, se sirve de un intenso technicolor que resalta fuertemente las tonalidades, dando una sensación de poder y abundancia en los espacios interiores. Acorde con el gusto wagneriano de Ludwig, la banda sonora se sirve de trozos de, “Tristán e Isolda”, “El Oro del Rhin” y “El Anillo de los Nibelungos”, interpretados por la Orquesta Sinfónica de Viena, bajo la dirección de Herbert von Karajan.

El guion de, Georg Hurdalek, parte de la obra, “König Ludwig und sein Hexenmeister” que, la también periodista y actriz, ‘Kadidja’ Wedekind, publicara en 1954, tras haber escapado del nazismo, en 1937, y haberse refugiado en los Estados Unidos de Norteamérica. La adicción al arte de parte del rey, al punto de convertirse en mecenas del compositor, Richard Wagner. Su actitud pacifista que lo lleva a mostrar poco, o ningún interés, por el resultado de las guerras, permitiendo entonces que sus ministros hagan de las suyas… y su interés por las féminas, entre las que incluye a su eterna amiga la emperatriz, Elisabeth von Osterreich (Sissi), y su hermana menor, la princesa Sophie, es parte de lo que veremos en ésta absorbente historia que, aunque no explica médicamente las razones de la perturbación mental del rey, es posible inferirlas cuando vemos la suerte de situaciones que ocurren a su alrededor… y quizás entendamos que, éste perturbado mundo, no era lugar para un hombre como Ludwig.

Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, la película la protagoniza, O.W. Fischer, quien logra una brillante representación de los distintos cambios de personalidad del llamado, ‘rey loco’. Ruth Leuwerick, es Sissi, la eterna amiga de Ludwig; y Klaus Kinski, encarna al príncipe Otto, el hermano del rey que también perderá la cordura. La actriz que tiene el breve papel de, Cósima von Bülow (la amante de Wagner), es Erica Balqué, la guapa esposa del director quien, también hace las veces de asistente. Aquí, luce irreconocible por el maquillaje y la prolongada nariz que le pusieron.

Título para Latinoamérica: <<LUIS II (Esplendor y fin de un rey)>>