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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama. Romance Nick Carraway es un joven del Medio Oeste que se traslada a vivir a West Egg, en Nueva York. Su vecino, el misterioso señor Gatsby (Robert Redford), vive en una lujosa mansión y organiza continuas y espectaculares fiestas. Jay Gatsby, un hombre de origen humilde que se ha enriquecido tras la I Guerra Mundial (1914-1918), vive atormentado por el amor de la bella Daisy (Mia Farrow), que no ha sabido esperarlo y se ha casado con otro. Pero ... [+]
10 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas más positivas que he podido aprender en la vida, es a decirle a Dios: “Señor, estoy deseando… pero, por favor, concédemelo sólo si Tú estás de acuerdo en que lo necesito”. De igual manera, se puede decir: “Padre Universal, ansío poder amar y ser amado por… pero, si no es la persona con la que podré ser feliz, te ruego que la alejes de mi lado”.

Porque lo he experimentado, puedo afirmarlo: si se dice con el corazón y con plena confianza en el Ser Supremo, a su manera, Él nos mostrará el camino y no habrá nada que lamentar. Porque, paradójicamente, a veces ganar es amargarse la vida, y perder es, en ocasiones, liberarse de una penosa desgracia… y si no, piensen en los chicos que se jugaron los boletos antes de subir al Titanic.

Jay Gatsby, es un hombre culto, apuesto y galante que, tras dilapidar una herencia, se dedicó a negocios non sanctos para recuperar la fortuna… y cuando por fin lo ha logrado, su nuevo propósito es recuperar también a Daisy Buchanan, la muchacha rica que se olvidó de él y se casó con un hombre adinerado cuando supo que él se había convertido en un militar sin un centavo. Pero, Gatsby, aún confía en que, él, ha sido el único amor verdadero en el corazón de Daisy y que, con lo que ahora posee podrá reconquistar su corazón.

Tendrá entonces lugar, una suerte de tragedia shakesperiana de esas en las que, con toda su buena voluntad, el hombre quizás llegue a comprender que nunca supo elegir, y es por esto, que muchos se pasan la vida tras un ideal inalcanzable. De paso, el argumento hace una fuerte crítica a esa clase social para la que, el dinero lo es todo y por él sacrifica hasta lo más sagrado.

“Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”, dijo alguna vez, F. Scott Fitzgerald (1896-1940), el autor estadounidense que tan bien recreara la suerte de cultura que padeciera su país natal en las primeras décadas del siglo XX, en novelas tan preciadas como “A este lado del paraíso” (1922), “El gran Gatsby” (1925), “Suave es la noche” (1934) … o “El último magnate” (1941).

Llevada primero al cine, en 1926, bajo la dirección de Herbert Brenon, <<EL GRAN GATSBY>>, conoció una segunda adaptación cinematográfica en 1949, con Elliot Nugent al timón; y esta tercera vez, es Jack Clayton (“Room at the top”, “The innocents” …), el responsable de una adaptación que supera a las anteriores en sus logros visuales y en su prominente puesta en escena, aunque, en sus aspectos dramáticos y románticos, todavía no consigue la fuerza que semejante historia ofrece en perspectiva.

¿Qué hizo falta? Ignoro si fue responsabilidad del guion de, Francis Ford Coppola, o del director Clayton, pero, considero que el filme se explaya demasiado en situaciones de menor relevancia como las fiestas (en las que ocurre muy poco), y la relación más dramática y profunda que pudo haber sido la de, Tom con Myrtle Wilson, se pasa en flashes demasiado rápidos. Después, y es quizás lo más lamentable, es que los momentos más fuertes, como el enfrentamiento entre Gatsby y Tom Buchanan, el accidente de Myrtle o el trastorno de Wilson, se malogran casi por completo, por el distanciamiento con el que se plantean; y por último, y no menos importante, es que la figura de, Mia Farrow, no corresponde, ¡para nada!, ni con la suerte de mujer que uno imaginaría para despertar tantas pasiones, ni para conseguir creerle los cambios emocionales que, en su momento, demuestra… y hasta Redford, con ese rostro ajado de adolescente descuidado, deja de lucir como el galán que esperaríamos. Todo esto lleva a que, la conexión con la historia y la empatía con los personajes, se dé tan sólo a niveles muy superficiales. Muchísimo mejor lucen, Karen Black como Myrtle, Sam Waterston (Nick) y Scott Wilson como el mecánico astado, y son, solamente ellos, los que dan alguna consistencia a la película.

Con todo, cierta privilegiada clase social queda bien puesta ante el espejo… y eso ¡bien vale la pena!
Luis Guillermo Cardona
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