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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama Dos monjes viven en un monasterio aislado. Bajo la atenta mirada del más viejo, el más joven ve pasar las estaciones de la vida. Primavera: un niño monje se ríe de una rana que intenta librarse de una piedra que tiene en la espalda. Verano: un monje adolescente conoce el amor. Otoño: un monje de treinta años intenta hacer algo que va contra su naturaleza. Invierno: el monje está próximo a la vejez y alguien llega al monasterio. ... [+]
31 de enero de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida humana se asemeja mucho a las estaciones climáticas, en el sentido de que nacemos, crecemos, envejecemos y morimos. Pero, no siempre se da esto en el mismo orden en lo referente al proceso experiencial de cada uno. A veces se empieza en invierno y otras en primavera. A veces la vida es un otoño o un invierno durante todo el proceso... y otros tienen la fortuna de vivir, en primavera y en verano, casi cada etapa de su vida.

Dependiendo de lo que traigas, ahora, como experiencias previamente vividas, y también de lo que des en ésta existencia, se afianzarán tus vivencias gratas o aumentarás el camino de sombras que te amargarán el sendero... y tú, ¡solamente tú!, eres el gran gestor: Tú creas, tú permites o tú fomentas. La responsabilidad de tu vida está en ti.

Con un sólo escenario de una gran belleza visual, y con apenas dos personajes centrales y algunos transeúntes, el joven y prolífico director surcoreano, Kim Ki-Duk (quince películas en 12 años, con títulos brillantes como, “Chica Samaritana”, “Hierro 3”, “Tiempo”… aplaudidas en numerosos festivales), ha logrado ejemplarizar la muy especial cadena de la vida, apuntando al ciclo de crecimiento espiritual del hombre con una sensibilidad arrobadora.

Aliado a la metáfora de las estaciones, la vida pasa con el tiempo, dejando un camino sembrado con cada experiencia, con cada alegría, y con cada sufrimiento que nos traen los errores cometidos. La meta final es encontrar el buddha que hay dentro de cada uno de nosotros y así alcanzar la iluminación o la Unicidad.

Lástima que este bello filme, en el que casi sobran las palabras, pues, las imágenes lo expresan todo, tenga un punto débil del que no pudo huir, Kim Ki-duk (también autor del guion): La mujer es vista como un ser incidental, causa de pecado y engendración, y sin otro lugar más significativo al lado del hombre. Y así no es. Y así no debe ser.

El rol de la mujer -como el del hombre-, es de plena complementación, de igual a igual, de poder a poder. Es la dualidad macho–hembra, masculino–femenino, tú y yo, lo que da tanto significado a la existencia terrenal, de lo contrario, viviríamos en el más azaroso de los aburrimientos.

De resto, un filme para el autoconocimiento y para dar un paso adelante en el entendimiento de la existencia humana. Crecer es necesario y es posible. Las experiencias no pueden ser en vano, y el envejecimiento debería acumular la dosis de sabiduría que posee cada una de ellas. No puede seguir siendo que suceda así tan poquísimas veces.

Título para Latinoamérica: LAS ESTACIONES DE LA VIDA
Luis Guillermo Cardona
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