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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama Un alcalde es enviado a un pueblo conflictivo de la cordillera andina como representante de la autoridad civil. Allí debe emprender un diálogo entre las partes que se enfrentan violentamente: la guerrilla, los terratenientes, los narcotraficantes y los campesinos. Adaptación de Gabriel García Márquez de la tragedia de Sófocles trasladada al siglo XX. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Osada y bastante arriesgada la decisión del escritor colombiano, Gabriel García Márquez, de hacerse a la tragedia griega de Sófocles, para adaptarla al presente y haciendo que, lo que ocurrió en la antigua Tebas, suceda ahora en la muy herida tierra colombiana. ¿Absurdo? Desde luego que no, las tragedias son cosa de ayer, de ahora y siempre. Y tienen lugar en Point Lay, Cabo de hornos, Galle, Wakkanai… y por supuesto, en Colombia.

Creo que, de acuerdo con esto –y amén de las consabidas ventajas económicas y de mercadeo-, el director Jorge Alí Triana encontró válido utilizar un grupo de actores multicultural (Perugorría de Cuba, Rabal y Molina de España, Camargo de Colombia, Martínez de Hoyos de México), respetando sus acentos y muy consciente de que, Hispanoamérica toda, huele a drama y a tragedia por donde se mire.

García Márquez asumió un período histórico bastante álgido donde, la lucha fratricida entre la guerrilla, las fuerzas armadas del Estado y las autodefensas, parecía encontrar el camino del diálogo para solucionar los problemas. Pero, el asesinato del líder Layo por alguien desconocido, despierta nuevos ímpetus de venganza y el caos vuelve a la ciudad donde, Edipo alcalde, será encargado de poner las cosas en su justo lugar.

Desde mi punto de vista, considero erróneo por anacrónico, haber conservado los nombres, cierto lenguaje de la tragedia original, y sobre todo, haber mantenido detalles, especialmente en los últimos minutos, que se aceptan sin objeciones cuatro siglos antes de Cristo, pero que ahora es difícil creer que puedan ocurrir.

De otro lado, y lo digo sin mojigatería alguna pues disfruto plenamente de la sensualidad, el cuento erótico –poco o nada sensual en nuestro cine- sigue sonando a voyeurismo pro-taquilla y al afán morboso de desnudar a cuanta actriz (o actor) luzca con atractivo. Para el 2011, el cuento sigue igual y puede que aumente las entradas, pero es bien seguro que empañará la permanencia en el universo del arte.

En las actuaciones, convencen Perugorría, Rabal y Camargo, pero creo que hubiera valido más dejar en su sitio al grandioso Sófocles y que todo se contara muy a lo siglo XX.

“Siempre es posible que uno se haga con algo, si lo busca” decía Sófocles en su “Edipo”, pero, aunque lo encuentre –digo yo-, necesita la mesura y el compromiso irrestricto con el arte para poder lograr algo relevante.
Luis Guillermo Cardona
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