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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama El ex primer ministro de Francia, Émile Beaufort (Jean Gabin), aprovecha sus tiempos de retiro para reencontrarse con sus viejos amigos y para escribir sus memorias que ahora dicta a una secretaria. Al llegar a los tiempos de su más reciente ejercicio político, Beaufort rememorará los hechos que se dieron cuando su rival político, Philippe Chalamont (Bernard Blier), aspiró a suplantarlo. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Era un hombre muy poderoso. Por muchos, muchos años. Su carrera política lo había llevado a un paso de convertirse en Presidente de la República. Ahora, viejo y enfermo, era una especie de monumento vivo, y en todas las redacciones de los diarios (de esto estaba seguro) los "cocodrilos" ya estaban listos desde hace cierto tiempo (…). El día que le dijo a un reportero que empezó a escribir sus memorias "no oficiales", hubo alguien que, al parecer, todavía lo consideraba peligroso. Pero, ¿quién? Tal vez uno que, a los veinticinco años, fue su tímido y fiel secretario, y ahora estaba a punto de convertirse en primer ministro” …

Así comienza la novela que, el prolífico escritor belga, Georges Simenon, publicara en 1958, la cual fue pronto llevada al cine con guion de Michel Audiard y Henri Verneuil, para recrear a un personaje ficticio, pero ideal para la política que reclamaba el mundo. Henri Verneuil, tomó también el mando como director, y al momento de elegir al protagonista, no podía ser otro que Jean Gabin, gran amigo personal del escritor y uno de los interpretes más asiduos de sus adaptaciones cinematográficas.

Cuando dicta a su secretaria sus memorias, el exprimer ministro Émile Beaufort, llega al capítulo que él mismo titula “Los años difíciles” ... y entonces, a su memoria comienzan a regresar aquellos momentos de su labor en que se vio forzado a promover una devaluación de la moneda, momento que fue aprovechado por su rival político, Philippe Chalamont para aspirar a suplantarlo.

“EL PRESIDENTE”, pesa un poco -sobre todo al principio- con su exceso de diálogos, pero pronto va tomando el pulso a la descripción de situaciones que nos van permitiendo conocer a un hombre de encantadora personalidad y que nos va dando la idea de un presidente como se lo sueña cualquier pueblo. El reciente, José Mujica, de Uruguay, sería el más cercano que a él puede parecerse.

Verneuil hace lugar para mostrar cómo la clase política se aprovecha de cualquier circunstancia para devorar a sus rivales; cómo la oposición se hace más veces con afanes de lobos que de servidores públicos; cómo se busca el poder con las estratagemas que sean necesarias, y aunque dignidad y ética haya que rasgarlas; cómo el poder político es asumido precisamente por los que dominan la economía para resguardar este poder… y cómo se necesita una gran fortaleza moral y una sólida inteligencia, para preservarse incólume ante la jauría humana.

Es bien seguro que, por la mente de Verneuil, la idea de taquilla no pasó ni una sola vez, porque es evidente que, con lo escrito por Simenon, se centró esencialmente en bosquejar a ese primer ministro que, para él, era la suerte de hombre político que anhelaba para su país… y es precisamente en esa honestidad y compromiso social, donde se adivina su gran espíritu y su grandeza como cineasta.

Esta es la suerte de filme que viene perfecto en una clase de ciencias políticas... o en alguna sesión de congreso.
Luis Guillermo Cardona
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