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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama. Cine negro Después de ser rechazada por el ingeniero David Sutton (Van Heflin), la enfermera Louise Howell (Joan Crawford) se casa por despecho con el magnate Dean Graham (Raymond Massey), cuya mujer se ha suicidado. Louise empieza a sufrir alucinaciones y no puede soportar que su hijastra, la joven Carol Graham (Geraldine Brooks), se enamore de su amado David Sutton... (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película resulta particularmente importante por dos razones básicas: En primer lugar, porque promulgó la imperativa necesidad de no seguir llamando a las personas con trastornos mentales con los despectivos términos: “locos” o “desquiciados”, y porque, aunque describe con reservada efectividad, la suerte de síntomas que presentan tales personas en los casos de esquizofrenia (Joan Crawford nunca logró ser otra Bette Davis, y por eso fue siempre la segunda en la Warner Bros.), también se atreve a sugerir que, en los trastornos mentales que conducen a actos violentos, pueden presentarse hechos de orden metafísico relacionados con posesiones de entidades oscuras. Dos consideraciones que, en lo personal, respaldo sin reserva alguna.

El guion de Silvia Richards y Ranald MacDougall, retocado luego (sin exigir crédito) por los celebrados hermanos, Julius J. y Philip G. Epstein, a petición de la protagonista Joan Crawford, estaba basado en una historia que, Rita Weiman, había publicado en la revista Cosmopolitan con el título, “One Man’s Secret” (1943) y ninguno de estos autores cayó en la cuenta de que, en numerosos casos, la esquizofrenia tiene su génesis en incidentes traumáticos tempranos, causando una regresión a ese estado primitivo para servirse de él como mecanismo de defensa.

A nivel psicológico, esta podría ser la principal falencia de la historia, pero, de resto, el personaje de la enfermera, Louise Howell (Joan Crawford), preserva un claro aspecto traumático que, por su debilidad de carácter (falta de autovaloración), se va convirtiendo en un ser amenazador tanto para los demás como para ella misma. Es cuando mentalmente se asumen auto-refuerzos como “No lo perderé por nada del mundo” (sentir de los prototípicos amores parásitos), que las fuerzas del mal pueden acceder libremente para llevar a la persona hasta el asesinato o el suicidio… pero, esto la ciencia tardará todavía unos cuantos siglos en avalarlo.

La película, dirigida con cierto pulso por Curtis Bernhardt, comienza con Louise, en estado de shock, caminando por las calles en busca de un tal David, y tras ser ingresada a un hospital psiquiátrico, es puesta en manos del Dr. Willard (Stanley Ridges), quien logrará reanimarla hasta hacer que le narre los hechos que precedieron a su estado catatónico. Entonces, conoceremos a los dos hombres de su vida: El ingeniero David Sutton (Van Heflin) y el adinerado Dean Graham (Raymond Massey). El papel que cada uno de ellos ha jugado en su vida, creará la situación actual de la paciente, y a ellos podrá sumarse a Carol (Geraldine Brooks), la joven y bella hija de Graham que no es fácil de resistir.

“AMOR QUE MATA”, fue un gran éxito de taquilla. Joan Crawford fue nominada al Oscar, pero, lo perdió con la espléndida, Loretta Young, de “The Farmer’s Daughter” … y el cine psicológico siguió tomando fuerza con numerosas historias de las que, sólo algunas, lograron la trascendencia.

Título para Latinoamérica: POSEÍDA
Luis Guillermo Cardona
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