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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama. Romance Basada en tres cuentos de Chejov. El arquitecto Romano Patroni (Marcello Mastroianni), ahora venido a menos, ahora trabaja en el bar de un barco a vapor, y se dispone contarle a un incidental cliente ruso, llamado Pavel (Vsevolod Larionov), su historia de amor con una compatriota suya llamada Anna (Elena Safonova), la dama del perrito, mientras ambos estaban casados y huían de sus parejas. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Bajo el mando del misterio y bajo el manto de la noche, en cada persona se halla oculta la parte más interesante de su vida. Toda existencia individual reposa sobre el misterio, y en parte, es por eso por lo que, el hombre culto, se afana para asegurarse de que sea respetado su más sagrado secreto”. Antón Chéjov

En varias ocasiones he leído, “La dama del perrito” (Дама с собачкой), el cuento que, en 1899, Antón Chéjov publicara, primero, en la revista, Rússkaya Mysl (Pensamiento Ruso), y luego, incluido en muchas y muy distintas colecciones de sus cuentos... y desde la primera lectura, lo he tenido como una de las más bellas y románticas historias que he leído en toda mi vida; y ahora, cuando ya las canas se asoman en mi cabello -como en el de Dimitri Gurov-, al disponerme a ver la película de Nikita Mikhalkov, <<OJOS NEGROS>>, me animé a leerlo una vez más… y de nuevo, me sentí enamorado –como Gurov- de Anna Sergeievna, la joven infelizmente casada, cuyos ojos grises y su cabello rubio, ¡jamás pudo olvidar!

Tenía, pues, todas las ilusiones puestas en esta versión cinematográfica, más, cuando la primera adaptación que hiciera, Iósif Kheifits, en 1960 -conservando el título original-, no obstante ser mucho más austera presupuestalmente, resulta preciosa. Además, el director Nikita Mikhalkov, es un hombre de incuestionable talento y contando con intérpretes como, Marcello Mastroianni, Marthe Keller, Silvana Mangano y nada menos que Innokenti Smoktunovski (uno de los más sobresalientes actores ruso de la segunda mitad del siglo XX), el éxito parecía asegurado. Varios premios ponen también en alto a ésta segunda obra en la que, Mikhalkov, toma como base los textos de Chéjov (la primera fue, “Pieza inconclusa para piano mecánico”), así que, dispuse todo mi ánimo para disfrutar de una prometedora película.

Pero, una vez más, queda confirmado que, cuando éste director ruso no se sirve del título original, es porque lo que va a ofrecer es puro Mikhalkov, por más que parezca otra cosa. El guion, escrito por él mismo, con la colaboración de, Aleksandr Adabashian y Suso Cecchi D’amico, toma como eje central, “La dama del perrito”, para justificar el romance entre Romano Patroni (el nombre explica su nueva nacionalidad) y Anna Sergeievna, pero, también toma elementos de otros cuentos, para contar la muy simpática anécdota de los vidrios irrompibles y otras situaciones menos efectivas.

Esto conduce a que, el asunto que anima a Chéjov y que contiene un alto aire de romanticismo, descrito, además, con un elocuente lenguaje (la frase de arriba es un ejemplo), se diluya en apuntes de comedia un tanto irregulares -con excepción de la ya citada anécdota de los vidrios-... y tendremos que esperar hasta el momento cumbre para poder ver vigor, creatividad y drama en lo que, Mikhalkov, le aporta a la historia.

El romance entre, Romano y Anna, no podía resultar más fatuo. La actriz elegida (Elena Safonova), en ésta ocasión carece de ángel y ternura, y los constantes insertos de situaciones que alarguen la historia, matan por completo cualquier intento de romanticismo. ¿Por qué titular la película, <<OJOS NEGROS>>?, me preguntaba al ver a la protagonista que, en lo único que se asemeja al personaje de Chéjov es en que, ambas, tienen ojos grises. Entonces, pensé: “Seguro es que, el magnífico tema musical que lleva ese título, va a ser usado en algún momento clave”… ¡y nueva frustración!, ni siquiera la música de Francis Lai –un gran romántico- consigue dar el suficiente realce a los perdidos enamorados.

Por segunda vez, Mikhalkov –a quien aprecio y admiro muchísimo- me deja más apegado a la obra de, Antón Chéjov, que a sus versiones cinematográficas.
Luis Guillermo Cardona
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