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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Comedia Cinta de intrigas 'palaciegas' ambientada en el diminuto ducado mediterráneo de Abacco. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre 1922 y 1923, el realizador Friedrich W. Murnau, estuvo muy ligado a Thea von Harbou, la guionista y futura esposa del también director, Fritz Lang. Con ella realizó 4 películas: El drama “La Tierra en Llamas”; la romántica “Fantasma”; el mediometraje desaparecido, “La Expulsión”, que fue también un drama; y, finalmente, la comedia <<LAS FINANZAS DEL GRAN DUQUE>>. Fue una colaboración fructífera si se tiene en cuenta que los dos primeros fueron filmes sobresalientes, y éste último, le permitió foguearse en un género que resultaba casi extraño para un cineasta que, comúnmente, se aventuró entre lo gótico y el drama.

Basada en la novela del escritor sueco, Frank Heller, ésta simpática comedia nos cuenta la aventura de un Gran Duque, último heredero de la corona del ducado de Abacco (una islita apenas más grande que el planeta donde habitaba El Principito de Saint-Exupéry) y que ahora se encuentra con graves deudas económicas. Semjon Marcowitz, el acreedor de marras, aparece entonces ávido de cobrar su dinero y conmina al Gran Duque para que le pague antes de tres días o de lo contrario se apropiará de la isla con chécheres y todo... pero, a veces, la ayuda cae del cielo y entonces entra en escena, La Gran Duquesa Olga, una atractiva rubia –por más que alguien se esfuerce en afearla- que hará hasta lo imposible para llegar hasta el Gran Duque… y será cuando asistiremos a una serie de situaciones a ratos divertidas, y en general agradables, sobre una historia de amor que enfrenta el ideal de salvar el más minúsculo ducado conocido.

Para los que aún se creen la fantástica leyenda de que el actor de, “Nosferatu”, era un verdadero vampiro, aquí pueden volver a ver a, Max Schreck, como uno de los cuatro conspiradores con una puntuda barbilla; y será grato ver a, Mady Christians como la Duquesa Olga, y a Alfred Abel, muy atinado como el sagaz, Philipp Collin (alias profesor Pelotard).

Técnicamente el filme es ajustado, pero se extraña la lírica de las imágenes y el efectismo escenográfico de los otros géneros que tanto éxito dieron al director alemán; y también pesa, aquí, la abundancia de intertítulos (más de 200) que frenan de manera significativa el ritmo de la historia haciendo que, por momentos, merme nuestro entusiasmo. Con todo, hay lugar para divertidas estratagemas, dobles personalidades, golpes de estado, ambiciones sin límites… y otros potenciales que animan a tantísimos seres de nuestro maltratado planeta.

En resumidas cuentas, esta comedia en 6 actos, resulta una obra menor en la filmografía de un realizador que ya figura en los anales del arte por excelencia.
Luis Guillermo Cardona
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