Segunda entrega de lo que Peter Jackson ya confirmó inclso antes que se le pasara la idea por la cabeza de que su proyecto “El Hobbit” al igual que “El Señor de los Anillos” iba a convertirse en una trilogía y por fin llega a su ecuador (película por año, preferiblemente por temporada navideña es lo ideal para sacar rentabilidad a una fantasía de ensueño para los aficionados al rol y a la mitología tolkieniana).

En ésta ocasión en mitad de la expedición, Bilbo Bolsón (Martin Freeman), el mago Gandalf (Ian McKellen) y los enanos encabezados por Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) a quienes ayudan para recuperar su reino en la Montaña y el tesoro de Erebor custodiado por el todopoderoso dragón Smaug que duerme entre las valiosas piezas. Pero el objetivo de la expedición es intentar entrar en ese reino olvidado y encontrar la pieza más preciada: la Piedra del Arca.

Aunque evidentemente las arañas gigantescas que viven en lo alto de los árboles del frondoso bosque cercano al reino de los elfos, entre otros contratiempos en los caminos angostos, la persecución de los malvados orcos e incluso los mismos y orgullosos elfos del rey Thandruil (Lee Pace) no se lo pondrán fácil.

Nuevamente el tándem Peter Jackson y Guillermo del Toro (que colabora en el guión de un modo algo desenfadado; parece un trueque entre coleguillas) justifican que su empresa va por buen camino a la espera que se cierre la trilogía.