Ni una década tuvo que pasar para que se estrenara otro “remake” más ambicioso de las películas de “Superman” después de la aportación que orquestó Bryan Singer en 2006. Con la oleada de cintas de superhéroes, taquilla litigada y encabezada por los sellos Marvel y DC Comics, tuvo que ser Zack Snyder (todo un esteticista del tebeo filmado que aún resonaban a golpes las fascinantes “300” (2007) y “Watchmen” (2009)), quién se encargara de poner al día y desde una perspectiva más humanista, las aventuras del hombre de Krypton. Ésta vez interpretado por Henry Cavill (The Witcher) presentándose como un hombre indefenso frente a un nuevo mundo incapaz de comprender la capscidad de sus poderes antes que fascinarse por su presencia en los momentos adecuados.

El espectáculo que nos depara el realizador de “Amanecer de los Muertos” (Dawn of the Dead, 2004) es un sofrito intensificado de las dos primeras películas del superhéroe rodadas por Richard Donner y Richard Lester en 1978 y 1980 y que claramente Snyder convierte en un pirotécnico escenario barroco donde prevalecen con exceso los efectos especiales sin primar en un relato que, aunque sabido, podría haber ido más allá de lo que su predecesor y otrora renovador Bryan Singer podría haber sacado jugo. Pero curiosamente ese enfoque, esa perspectiva del personaje al mundo en que debe enfrentarse sin ponerle en riesgo su verdadera identidad, acaba jugando unos claros puntos a favor en clave de moraleja que salvan ésta producción de ser una infame mediocridad comercial.