Es célebre la respuesta en una entrevista concebida a Orson Welles a propósito de cuáles eran sus tres directores favoritos y que mencionó como una alabanza y tres veces repetidas el nombre de John Ford. Años atrás mientras concebía en su mente “Ciudadano Kane” (Citizen Kane, 1941) seguramente Welles fue un espectador ilusionado esperando (y probablemente un jovenzuelo Clint Eastwood y un adolescente Sergio Leone también) sentado en el patio de butacas “La Diligencia”, y que ya a finales de los años treinta, y con el género prácticamente obsoleto, John Ford puso los puntos sobre las íes, sentando unas nuevas bases.

Porque el territorio apache que deben cruzar éstos peculiares viajeros representados por un banquero usurpador (Berton Churchill), la esposa de un oficial (Louise Platt), un ex-soldado confederado convertido en jugador profesional (John Carradine), un vendedor de whisky (Donald Meek), un doctor de mala reputación por su afición al alcohol (Thomas Mitchell) una mujer de mala vida (Claire Trevor) y finalmente el presuntamente peligroso e irado Ringo Kid (John Wayne), todos en busca de su regocijo personal a merced de los peligros que les esperan y un destino que parece no llegar (las secuencias de fondo de los interminables paisajes de Monument Valley dan fe de ello).

Una gran obra maestra donde se tienen en cuenta los trepidantes peligros en que se verán acorralados sus protagonistas sino también se tiene en cuenta la situación de cada uno, valiéndose de una enriquecedora puesta ne escena y un contexto histórico a veces demasiado ignorado en el género.