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Voto de Nekro Zombie:
8
5,9
3.309
Serie de TV. Animación. Ciencia ficción. Acción. Aventuras
Serie de TV (2015-2018). 131 episodios. Tras derrotar a Majin Boo, Goku y sus amigos tienen una vida de lo más pacífica: Goku ahora se dedica a la agricultura, aunque siempre encuentra un rato para seguir entrenando; Mister Satan se ha hecho famoso como gran salvador de la Humanidad; Trunks y Goten hacen cosas de niños; Gohan y Videl se han casado; y Vegeta pasa unas vacaciones en familia. Pero algo que cambiará su destino está a punto ... [+]
19 de octubre de 2017
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nostalgia es ese monstruo que te hace recordar películas horrorosas de los 80 y 90 como algo extraordinario y emblemático. Ese monstruo que te hace creer que cuando eras joven tu generación molaba más que la actual pese a que odiabas a los clónicos bakalas, la música electrónica de extrarradio preparada para consumir pastillitas de colores y aquel metal de pantalones anchos que servía para promocionar ciertas marcas de ropa a los adolescentes más repelentes. Ese monstruo que te taladra la cabeza con aquello de que esa novia sociópata que te hacía la vida imposible y te obligaba a transitar a diario por los caminos de la depresión fue la única que te hizo sentir amor verdadero. Etcétera.
En efecto, la nostalgia lo deforma todo. Parece ser que el cerebro prefiere quedarse con tus más dulces memorias y sensaciones antes que con todo el sufrimiento y hastío que experimentaste en su momento. Es por esto que la nostalgia es peligrosa. Por ejemplo, puede convencerte de que una serie como Dragon Ball Z, con sus incontables errores de animación (hay muchos vídeos en Internet al respecto), con su tedioso ritmo que hace parecer a las películas de Bela Tarr pura anfetamina (¿quién no recuerda aquellos insufribles cinco minutos de Namek que duraron quince episodios?), con sus tramas absurdas y con su constante reutilización de fotogramas, como lo más próximo a la perfección que se haya visto jamás en una pequeña pantalla. La nostalgia es tan despiadada que esto mismo te puede pasar con Dragon Ball GT. Y todos sabemos que Dragon Ball GT ni es Dragon Ball ni es otra cosa que una fuente inagotable de ‘facepalms’ e inyecciones intravenosas de vergüenza ajena.
Es por culpa de esta nostalgia que a muchos no les gusta Dragon Ball Super. Su remembranza de ‘Z’ o ‘GT’ es tan intensa que aunque ellos mismos hubieran diseñado los nuevos personajes y guiones seguirían odiándola. Los haters de ‘Super’ sueltan cosas como que la animación da pena. En efecto, durante sus primeras emisiones la daba. Especialmente aquel episodio cinco que dio la vuelta al mundo por su cutrez. Pero fue algo que, menos mal, se corrigió y con creces. Como a dichos haters se les escapan todos los mecanismos de producción (algo típico en esta página), tampoco entienden que una serie que lleva ininterrumpidamente 111 episodios cuando escribo esto por fuerza no puede tener la misma calidad que otra que sólo saca doce cada dos años. También te comentan que las transformaciones son muy simples, como si de SSJ1 a SSJ2 hubiera mucho cambio, o que el tono general de la serie es demasiado infantil.
Vale, voy a ponerme serio. Toriyama siempre ha dicho que Dragon Ball es una serie para niños entre siete y doce años. Que haya mucha gente adulta que la disfrute, como el aquí presente, no significa que su target principal no sea éste. Si con ‘Z’ la serie mutó hacia algo más maduro y próximo al cine de acción de la época, fue debido a un cambio de productor. El primero, Torishima, le otorgaba una total libertad creativa a Akira Toriyama. Todo iba viento en popa entre ellos hasta que Akira dijo que si Goku no crecía, abandonaba la serie. Torishima no lo pudo soportar y fue él quien se marchó del proyecto. Su relevo fue tomado por Yu Kondo, cuya única preocupación era aumentar las ventas. Para ello, obligaba a Toriyama a que Dragon Ball fuese una constante cadena de combates inolvidables como el de Goku contra Piccolo en el ‘Torneo de Artes Marciales’.
Continúa en spoilers.
En efecto, la nostalgia lo deforma todo. Parece ser que el cerebro prefiere quedarse con tus más dulces memorias y sensaciones antes que con todo el sufrimiento y hastío que experimentaste en su momento. Es por esto que la nostalgia es peligrosa. Por ejemplo, puede convencerte de que una serie como Dragon Ball Z, con sus incontables errores de animación (hay muchos vídeos en Internet al respecto), con su tedioso ritmo que hace parecer a las películas de Bela Tarr pura anfetamina (¿quién no recuerda aquellos insufribles cinco minutos de Namek que duraron quince episodios?), con sus tramas absurdas y con su constante reutilización de fotogramas, como lo más próximo a la perfección que se haya visto jamás en una pequeña pantalla. La nostalgia es tan despiadada que esto mismo te puede pasar con Dragon Ball GT. Y todos sabemos que Dragon Ball GT ni es Dragon Ball ni es otra cosa que una fuente inagotable de ‘facepalms’ e inyecciones intravenosas de vergüenza ajena.
Es por culpa de esta nostalgia que a muchos no les gusta Dragon Ball Super. Su remembranza de ‘Z’ o ‘GT’ es tan intensa que aunque ellos mismos hubieran diseñado los nuevos personajes y guiones seguirían odiándola. Los haters de ‘Super’ sueltan cosas como que la animación da pena. En efecto, durante sus primeras emisiones la daba. Especialmente aquel episodio cinco que dio la vuelta al mundo por su cutrez. Pero fue algo que, menos mal, se corrigió y con creces. Como a dichos haters se les escapan todos los mecanismos de producción (algo típico en esta página), tampoco entienden que una serie que lleva ininterrumpidamente 111 episodios cuando escribo esto por fuerza no puede tener la misma calidad que otra que sólo saca doce cada dos años. También te comentan que las transformaciones son muy simples, como si de SSJ1 a SSJ2 hubiera mucho cambio, o que el tono general de la serie es demasiado infantil.
Vale, voy a ponerme serio. Toriyama siempre ha dicho que Dragon Ball es una serie para niños entre siete y doce años. Que haya mucha gente adulta que la disfrute, como el aquí presente, no significa que su target principal no sea éste. Si con ‘Z’ la serie mutó hacia algo más maduro y próximo al cine de acción de la época, fue debido a un cambio de productor. El primero, Torishima, le otorgaba una total libertad creativa a Akira Toriyama. Todo iba viento en popa entre ellos hasta que Akira dijo que si Goku no crecía, abandonaba la serie. Torishima no lo pudo soportar y fue él quien se marchó del proyecto. Su relevo fue tomado por Yu Kondo, cuya única preocupación era aumentar las ventas. Para ello, obligaba a Toriyama a que Dragon Ball fuese una constante cadena de combates inolvidables como el de Goku contra Piccolo en el ‘Torneo de Artes Marciales’.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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No contento con ello, Kondo también exigía a Toriyama que las peleas fuesen cada vez más espectaculares y violentas. Es el motivo por el cual este autor, que venía de la comedia surrealista, fue alejándose poco a poco de su marca personal y de sus intenciones iniciales. Al final de la saga de Freezer, Toriyama no tenía más ideas y deseaba finalizar la serie. Pero aquello era imposible. Dragon Ball era el manga más famoso de todos los tiempos, la gallina de los huevos de oro, y además los fans querían más y más. La presión que recibía era tal que toda la saga de los androides y Célula fue inventada sobre la marcha. Eso sin entrar en que le hicieron cambiar al malo principal varias veces: ‘¿Un anciano y un gordo? ¡No! ¿Unos adolescentes que parecen ABBA? ¡No! ¿Un bicho verde? Bueno… cámbialo un poco. No, espera, un poco más. Vale, así’.
Con ‘Super’ Toriyama vuelve a tener control artístico de su obra y nuevas ideas. Y se nota. Yo no sé si es porque me he leído toda su obra, pero en ‘Super’ veo que el maestro japonés está en su salsa. Para mí ‘Super’ es lo que posiblemente habría sido ‘Z’ si su creador no hubiera recibido tantísimas coerciones. Es desvergonzada, colorista, divertida y goza de una cadencia actual. Los mejores combates se funden con el humor marca de la casa. Su abanico de personajes va desde estilizados y serios asesinos como Hit a burlas explícitas del ‘Shojo Manga’ como la insufrible Ribrianne. Tiene constantes guiños a los fans de toda la vida con el kaioken o el mafuba o aquello de que Freezer pueda volver al mundo de los vivos por un día o toda la saga de Goku Black. Admítelo: todos queríamos ver a Goku luchando contra Goku.
En líneas generales, me parece un sobresaliente entretenimiento. Sé que los haters nostálgicos no estarán de acuerdo conmigo. Me da igual. La saga del torneo entre universos es de lo más grande que ha dado Dragon Ball en toda su historia. Jiren es tan poderoso que me da hasta miedo. La animación, pese a las citadas limitaciones que tiene una obra de estas características, mejora con cada episodio y utiliza efectos y recursos que actualizan su estética. Etcétera.
Quien no disfruta de Dragon Ball Super es porque no quiere.
Por cierto, aprovecho para decir que por favor no comentéis series sin haberlas visto en su totalidad o en un estado avanzado. En esta página he leído opiniones de gente que no había visionado ni siete episodios. En el caso de Dragon Ball Super, teniendo en cuenta su tamaño, vendría a ser el equivalente de analizar una película en función de sus títulos de crédito. No tiene el menor sentido.
Con ‘Super’ Toriyama vuelve a tener control artístico de su obra y nuevas ideas. Y se nota. Yo no sé si es porque me he leído toda su obra, pero en ‘Super’ veo que el maestro japonés está en su salsa. Para mí ‘Super’ es lo que posiblemente habría sido ‘Z’ si su creador no hubiera recibido tantísimas coerciones. Es desvergonzada, colorista, divertida y goza de una cadencia actual. Los mejores combates se funden con el humor marca de la casa. Su abanico de personajes va desde estilizados y serios asesinos como Hit a burlas explícitas del ‘Shojo Manga’ como la insufrible Ribrianne. Tiene constantes guiños a los fans de toda la vida con el kaioken o el mafuba o aquello de que Freezer pueda volver al mundo de los vivos por un día o toda la saga de Goku Black. Admítelo: todos queríamos ver a Goku luchando contra Goku.
En líneas generales, me parece un sobresaliente entretenimiento. Sé que los haters nostálgicos no estarán de acuerdo conmigo. Me da igual. La saga del torneo entre universos es de lo más grande que ha dado Dragon Ball en toda su historia. Jiren es tan poderoso que me da hasta miedo. La animación, pese a las citadas limitaciones que tiene una obra de estas características, mejora con cada episodio y utiliza efectos y recursos que actualizan su estética. Etcétera.
Quien no disfruta de Dragon Ball Super es porque no quiere.
Por cierto, aprovecho para decir que por favor no comentéis series sin haberlas visto en su totalidad o en un estado avanzado. En esta página he leído opiniones de gente que no había visionado ni siete episodios. En el caso de Dragon Ball Super, teniendo en cuenta su tamaño, vendría a ser el equivalente de analizar una película en función de sus títulos de crédito. No tiene el menor sentido.